Percepciones

Aníbal Fernando Bonilla

Es viernes. Estoy al límite de la entrega de este artículo. Y con ello, delimitando la concreción del tema. De las ideas que tendrán luz propia. ¿De qué escribo? ¿Cuál puede ser el eje conductor del comentario expuesto? Hay algo que viene inquietándome a propósito de la renovación de autoridades en la Asamblea Nacional y la ratificación del actual Ejecutivo en el cargo en funciones.  

Se alude, desde el oficialismo, la prevalencia de un ambiente “maravilloso” en el Ecuador. Ante lo cual, conviene sostener si acaso el incremento de los asesinatos que se cometen a diario, sin que medie solución estructural, es parte de esa sensación “maravillosa” descrita. O la inseguridad palpable que provoca miedo y temor ciudadano. Sumado, las extorsiones, secuestros, amenazas, robos, sicariato, narcotráfico, lavado de dinero. Y, algo medular: el desempleo cada vez más galopante, lo que produce, entre otros efectos, la migración.

¿El Ecuador se encuentra en un estado mágico de apropiación colectiva? Dudo mucho, sobre esta aseveración. Es más, a la realidad me remito, para cuestionar semejante declaración. Aquí no cabe el entramado de Alicia en el país de las maravillas, sino la sobrevivencia lacerante de ecuatorianas y ecuatorianos de a pie, que, en muchos casos, apenas consignan en sus bolsillos, alrededor de tres dólares diarios. O sea, no hay sustento económico, ni siquiera para el alimento, menos para cubrir la canasta básica o el arriendo de vivienda.

En un escenario de violencia generalizada, en donde lo que verdaderamente se ha difuminado es el crimen en ya casi toda la geografía ecuatoriana, es inviable sostener que el optimismo sea una cualidad vigente. Lo que queda como impresión de la gente, es una actitud pesimista ante el futuro. Y de total desconfianza por la clase política. De qué libertades nos hablan, cuando se impone una indefensión estatal visible, que obliga a guarecernos en nuestras casas antes que nos sorprenda la noche.   

Algo sucede con el poder político de turno que no le permite observar con objetividad los problemas del país, o simplemente, sus percepciones emanan apenas desde sus mansiones en Samborondón o Santa Elena.  (O)

Lcdo. Aníbal Bonilla

Máster en Estudios Avanzados en Literatura Española y Latinoamericana. Máster en Escritura Creativa por la Universidad Internacional de la Rioja. Licenciado en Comunicación Social. Autor de varios libros.

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