Aunque suene inverosímil, el ser humano ha patinado desde la prehistoria. De hecho, se han encontrado rudimentarias cuchillas de patín hechas con huesos de mamut. Pero no es sino hasta finales del siglo XIX que el patinaje sobre ruedas conquistó al mundo.
Los primeros patines hicieron su primera aparición en una velada londinense. Uno de los invitados sorprendió a los presentes tocando el violín mientras se deslizaba sobre unos patines de ruedas metálicas fijadas a la suela por una tablita de madera. Las miradas de admiración se tornaron en horror cuando, incapaz de frenar, se estrelló contra un espejo gigantesco.
En 1819, el francés Petitbled patentó sus patines que constaban de dos correas para fijarlos a los pies. Tenían tres ruedas colocadas en fila que podían ser de madera, metal o marfil, pero lo que los hizo realmente innovadores fue un taco agarrado a los talones con un tornillo que permitía frenar.
Jean Garcin, el famoso patinador de hielo francés cansado de esperar el invierno para practicar su deporte, inventó en 1828 un tipo de patines bautizados como Cingar, un anagrama de su nombre, que se ataban a los tobillos limitando así los esguinces y torceduras.
Finalmente, un mecánico norteamericano, James Leonard Plimpton, creó los patines que hoy conocemos. Cuando su médico le aconsejó practicar el patinaje sobre hielo, inventó un sistema de cuatro cuchillas paralelas colocadas en la suela del botín que giraban según la inclinación del pie.
Este mecanismo tuvo poco éxito sobre el hielo, pero aplicado a los patines sobre ruedas cambió el mundo del patinaje. Las cuatro ruedas dispuestas en dos ejes paralelos aumentaban las habilidades del patinador y le permitían realizar suavemente giros y otras maniobras.
En 1863 patentó sus patines y puso en marcha su propia fábrica. Se abrieron varios “skating rings”, pistas dedicadas exclusivamente al patinaje sobre ruedas tanto en EE.UU. como en Europa. En 1876, Londres contaba con más de 60 pistas de cemento, madera y asfalto para patinar.
A finales de 1880, algunos empresarios estadounidenses crearon un negocio multinacional: el “Columbia Skating Ring”. En varias ciudades del mundo alquilaron grandes recintos para acoger a miles de patinadores. El primero se inauguró en 1892 en París. La pista era de madera y tenía una superficie de 3500 mts; poseía calefacción, luz eléctrica, una excelente orquesta y cinco mil pares de patines de ruedas.
La fiebre sobre ruedas también llegó a nuestra ciudad, alrededor de 1980. El coliseo del colegio Bilingüe funcionaba como pista de patinaje en donde la juventud de aquel entonces acudía para ver, ser vista, hacer nuevas amistades y, por supuesto, a patinar. (O)