Si de extremos se trata, bien se podría sobrepasar los ya descubiertos por acción de la justicia, reveladores, hasta el colmo, de la corrupción, del anhelo, hasta demencial, por copar todos los espacios de poder, desde los cuales imponer, avasallar, borrar pasados judiciales, garantizarse impunidad y direccionar todo.
Descubiertos los audios en el celular de un exconsejero del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (Cpccs), requisado por la Fiscalía, y cuando el país ya conoce su contenido tras ser difundidos, bueno sería exigir a los Comités de Selección que, para cualquier concurso tendente a elegir autoridades, pida a los aspirantes a entregar sus móviles a fin de, previo análisis forense, descartar cualquier nexo o diálogos con las fuerzas del mal.
Claro, aquello suena a descabellado; pero el clima de desconfianza lleva a pensar, ilusamente, de esa manera.
Quien presidía la lista propuesta por la Asamblea Nacional para avanzar en el proceso de renovación del Consejo de la Judicatura, acaba de renunciar.
¿El motivo? Ha sido mencionado en los ya “famosos” audios del no menos “famoso” exvocal del Cpccs.
El renunciante asoma como el potencial “delegado” del correísmo para obtener información privilegiada y anticiparle los hechos, se supone de la Judicatura, a objeto, se presume, de “meter las manos en la Justicia”.
Cuando menos tuvo la decencia de renunciar. A otros mencionados, a quienes intervienen en los diálogos subterráneos, ojalá las investigaciones de la Fiscalía la lleven a acusarlos.
Todo eso opaca la transparencia de los tan criticados concursos organizados por el Cpccs, un ente politizado, corrompido, en el cual el palanqueo, el tráfico de influencias, la delincuencia organizada, parecen ser su esencia.
Así, ningún profesional ético, capaz, digno, querrá participar en esos concursos así quiera entregar su celular para descartar que no tuvo ni tiene contacto con las fuerzas del mal.