La elección de Robert Prevost como nuevo Papa genera gran cantidad de expectativas en la mayor parte del mundo, incluso en países donde la religión católica es minoría.
Allende del Vaticano, en especial en Iberoamérica, nace una esperanza entre la población migrante.
León XIV, como así se hizo nombrar Prevost, nació en Estados Unidos, país cuyo presidente Donald Trump lleva adelante una política anti migratoria, para muchos violatoria de los derechos humanos.
Gran parte de su apostolado la cumplió en el Perú, cuya nacionalidad le fue conferida. Por lo tanto, se lo ve cercano a Latinoamérica, donde habita el mayor número de católicos del mundo.
A los países de este continente pertenecen los cientos de millones de migrantes habitando en Estados Unidos sin tener los documentos en regla.
Y contra ellos arremete Trump, valiéndose incluso de leyes atávicas, rayando en lo inmisericorde y hasta de desprecio por el ser humano.
Uno de los pilares del pontificado del Papa Francisco fue la defensa de los migrantes, habiendo denunciado “la globalización de la indiferencia”.
¿Asumirá León XIV con igual o con más contundencia ese camino trazado por su antecesor en materia migratoria?
Ser norteamericano de nacimiento, peruano por nacionalización y, por lo tanto, muy cercano con Latinoamérica cuya realidad social la conoce palmo a palmo, en pocas horas ha sembrado esperanza y entusiasmo entre la población migrante irregular, no solo de la radica en Estados Unidos sino en otros países, europeos sobre todo, a cuyos territorios arriban miles de migrantes africanos.
Ojalá pronto el Pontífice se pronuncie sobre tan acuciante problema mundial, así sea de manera diplomática u otra, tal como acostumbra hacerlo el Vaticano, pero no por ello carente de fuerza moral y espiritual.
Trump, según ha expresado, está contento con la designación de su coterráneo. Resta esperar su reacción cuando conozca la posición de León XIV.
