
Alcaldes, concejales, prefectos, miembros de las juntas parroquiales rurales, este 14 de mayo cumplen dos años en funciones.
Tiempo suficiente para valorar si han cumplido o están haciéndolo sus respectivos planes de trabajo, con los cuales, en especial alcaldes y prefectos, ganaron las elecciones.
No únicamente lo esbozado en esos planes -listados de buenas intenciones-, más bien, los ofrecimientos hechos al calor de la campaña electoral.
Este 14 de mayo abundarán “las rendiciones de cuentas a los mandantes”.
Un buen ejercicio ciudadano permitirá sopesar si lo expuesto es cierto, lo es a medias, o una mentira más.
Otra arista importante será conocer la ejecución presupuestaria, una información no disponible en las páginas Web de los pomposamente llamados Gobiernos Autónomos Descentralizados.
Muchos alcaldes y prefectos, como tantas se ha dicho, no ejecutan los presupuestos o lo hacen parcialmente, incluso hasta por temor a la Contraloría; o simplemente por carecer de capacidad de ejecución.
No faltarán las quejas, entre ellas culpar al Gobierno central por no entregar a tiempo las rentas previstas en la ley (una verdad a medias); algún imprevisto, no tener capacidad de financiamiento en los organismos de crédito, y hasta se parapetarán en la oposición, en muchos casos inexistente o débil.
Muchos alcaldes y prefectos se han dado en practicar la política de espectáculo. Tanto les vale, con dineros del pueblo, organizar conciertos musicales, hasta trayendo artistas internacionales, fiestas populares, como eventos deportivos, supliendo a los organismos encargados de este tipo de actividades, y, en algunos casos, hasta asomando como “madres de la caridad”.
De esa manera, grandes y graves problemas se posponen, mientras la ciudadanía permanece indiferente; y la clase política, dispersa y oportunista, solo espera las próximas elecciones para actuar.
No deben rendir cuentas. Al contrario, el pueblo debe exigirles cuentas.