
La línea marcada por Donald Trump durante sus primeros cien días al frente de la Casa Blanca «legitima una actitud autoritaria» que puede perjudicar a la salud democrática de los países latinoamericanos, «ya bastante deteriorada en algunos casos», según expertos reunidos en Madrid.
En una mesa redonda organizada este viernes en Casa de América en Madrid, con motivo del 30 aniversario del Latinobarómetro, que anualmente publica estudios de opinión sobre la realidad latinoamericana, la directora de esta entidad, Marta Lagos, afirmó que el presidente estadounidense «certifica el autoritarismo y eso puede ser muy peligroso para Latinoamérica«.
No obstante, Lagos añadió que «el impacto no tiene porque ser irreversible«, ya que «en Latinoamérica los autoritarismos que llegan al poder por votación, también son expulsados por votación» y en esta región del planeta «ya se votaba en el siglo XIX, cuando no se votaba en muchas partes», tal como recordó el catedrático de Historia de América Carlos Malamud.
Más contundente, el periodista británico Michael Reid, de The Economist, consideró que «el trumpismo reduce a cero el coste internacional de implantar una dictadura«.
Entre el deterioro y la resiliencia
En la mesa redonda, en la que también participaron la investigadora del Real Instituto Elcano Carmen González y la investigadora del Albert Hirschman Centre on Democracy Yanina Welp, los expertos estuvieron de acuerdo en que el autoritarismo está ganando espacio en Latinoamérica, en detrimento de la democracia.
Aún así, aclararon que la democracia sigue siendo el sistema político mayoritario y el mejor valorado, gracias a la resiliencia de un continente que valora los derechos y libertades democráticos.
Marta Lagos reconoció que, cuando hace treinta años fundó el Latinobarómetro, los expertos «pensábamos que Latinoamérica tendría una evolución en la línea de los países del sur de Europa y se consolidaría la democracia. Pero no ha sido así -lamentó- porque la pobreza lo ha impedido».
La región «no ha logrado superar las desigualdades» y eso ha sido un lastre que ha generado «una crisis de la élites, de la que no se habla, y otra de las instituciones, de la que se habla más», así como el descrédito de la democracia.
«El fraude social permanente perjudica el avance de la democracia liberal», según Lagos. Si a ello le sumamos la corrupción, «la pregunta es por qué no hay mas dictaduras».
Un peligro del que Latinoamérica se está salvando por «la persistencia de unos países que no quieren abandonar la democracia», según Lagos, y «la falta de una alternativa que se considere válida y sea aceptada», apuntó Welp.
«Es sintomático -agregó Welp- que incluso en países que no se pueden considerar democracias, como El Salvador, la población apoye mayoritariamente este sistema».
También es un buen ejemplo de esta contradicción el caso de Venezuela, según Reid, que «hace un simulacro de elecciones para que nadie le pueda quitar la etiqueta democracia».
La violencia creciente y las olas migratorias son nuevos desafíos para la democracia, según los expertos, dos fenómenos que, «una vez más, tienen su origen en la desigualdad».EFE