Mediaciones lectoras: una estrategia que acerca a los niños a los libros

Acompañar a los niños en el proceso de lectura es una herramienta poderosa que impulsa los hábitos lectores.

Un espacio en el que se conjugue la música, el teatro, las manualidades; un sitio en el que los niños puedan expresarse y compartir sus pensamientos; y un lugar en donde la confianza prime. Así es una mediación lectora, un término que en Cuenca y Azuay ha ganado fuerza en el último lustro.

En un mundo en donde el exceso de pantallas e información se ha llevado la atención de grandes y chicos, un mundo, en cuyas zonas rurales es dificilísimo encontrarse con una biblioteca o una librería, cada vez se requieren nuevas estrategias para que los niños puedan acceder a los libros.

Y en esta constante búsqueda de herramientas por parte de aquellos dedicados a llevar las obras escritas se ha encontrado la mediación de la lectura, un método con el cual se integra a un mediador (sea un personaje o un objeto) que se encarga de acercar el libro al potencial lector.

Ya sea a través del canto y los sonidos, de la actuación, del clown, o de cualquier expresión artística, el libro llega de una manera distinta.

Un ejemplo de ello se puede ver en las mediaciones que hace BiblioAzuay, el programa de la Casa de la Cultura Núcleo del Azuay que, desde el 2021, ha visitado los cantones azuayos para llevar libros a aquellos niños que nunca han tenido la oportunidad de acceder a ellos.        

“Con la mediación nosotros llegamos por el lado artístico. Nosotros estamos convencidos de que, llegar desde la parte artística, la parte lúdica, nos ha resultado porque los niños se enganchan desde el arte”, contó Marily Román, coordinadora de BiblioAzuay.

Quienes están detrás del proyecto no creen que el libro, por lo menos entre los niños, no debe llegar y esperar a ser leído. Para eso hay que seguir un proceso que inicia con una mediación guiada.

Si un niño recibe una correcta guía, si alguien lo acompaña y responde a sus dudas, las posibilidades de que se adentre al mundo de los libros son altísimas.

Por lo menos aquello piensa Xavier Calle, quien se formó como mediador de lecturas hace más de cinco años. Gracias a su talento para la música y la actuación, Xavier creó el personaje “el gordo Calle”. Mediante él ha sabido llegar a por lo menos 3.000 niños de la provincia del Azuay.

“Esto no se trata de un evento, porque a veces la gente piensa que la mediación es hacer un show o llevar libros. La mediación va mucho más allá. Uno como mediador se vuelve el vínculo emocional”, dijo Calle a diario El Mercurio.

En cada visita que ha hecho Xavier, él ha cantado, ha saltado, ha expresado sus sentimientos junto a los niños que luego, sin ser conscientes, no solo terminan con un libro en sus manos, sino se sueltan y se empoderan de la mediación.

Sin imposiciones

Otra de las características de las mediaciones lectoras es que no se impone un título en específico. Uno de los errores que se cometen con frecuencia, sobre todo en las instituciones educativas, es obligar a la lectura, compartir un libro que, por lo general, no va con los gustos de los niños.

De esto se ha dado cuenta Eduardo Pila, docente de literatura de la Unidad Educativa La Salle, cuyo método de enseñanza se ha basado en: no imponer un libro u obligar a leer a los estudiantes algo que no quieren.

“No tiene que ser una imposición. No tiene que ser lee esto, porque yo crea que sea bueno. La diversidad de las personas es lo que nos hace únicos. Hay que dar la oportunidad de escoger, que les den opciones, que les guíen a los estudiantes. Desde allí parte todo”, opinó Eduardo.

La guía, acompañada de una estrategia que perdure en el tiempo, es la clave de una mediación que permita a los niños tener la oportunidad de disfrutar de la lectura acorde a su ritmo y gusto.

A eso se suma el acompañamiento de los padres y profesores. Si entre ellos no hay un hábito lector, cómo se puede obligar a leer a los niños y estudiantes.

“Los niños funcionan mejor con el ejemplo. Y si no tenemos una generación de padres de lectora, por lo menos acompañémosle, sean parte de ese proceso. Los padres tenemos que inmiscuirnos en el desarrollo de nuestros hijos. No hay nada mejor que su niño o niña sepa que cuenta con sus padres”, recomendó Lorena Bravo, maestra de los niveles iniciales.

Lorena cuenta con un centro pedagógico en donde instauró un rincón de la lectura. En este espacio permite que los niños, ya sea con sus padres o profesores, puedan compartir a través de los libros.

El espacio no solo le ha permitido que sus estudiantes se acerquen a los libros. También le ha servido para que los padres y sus hijos fortalezcan su relación.

“Una cosa lleva a la otra. Ya sea con una mediación, con una guía o acompañamiento, los niños pueden llegar a los libros. En la mayoría de los casos somos nosotros quienes les cortamos las alas y no los dejamos volar”, finalizó Lorena. (I)