Los variados dulces de Gloria Gómez dan sabor al Carnaval

dulces de Carnaval
Gloria Gómez, junto a su hija Gabriela Rea, son las encargadas de hacer el dulce de Carnaval. Xavier Caivinagua

“Aprendes porque aprendes”: así resume Gloria Gómez el proceso al que se adentró para conocer los secretos de los dulces de Carnaval que llevaba consigo su suegra. Gracias a ella, desde hace una década, doña Gloria vende los tradicionales dulces carnavalescos en el mercado 9 de Octubre.

Sea en febrero o en marzo, dependiendo de los días en los que caiga el Carnaval, en la primera planta del centro de abastos, suelen ya verse los dulces de Gloria. En pailas o en ollas pequeñas reposan los dulces de leche, piña, durazno, higo, frutilla, babaco y mora.

Pero el reposo no dura mucho. Cada cuanto, a lo largo del día, el cucharón se mueve y vacía las pailas y las ollas, porque los clientes, los turistas y las familias de los emigrantes llegan para llevarse los dulces en tarrinitas de un dólar.

Entre los dulces más comprados están los de durazno y de higo. Son infaltables. Y para eso, a diario, Gloria tiene que elaborarlos en su hogar, siguiendo las recetas que le compartió la mamá de su esposo.

“Mi suegra me enseñó. Con ella, aprendes porque aprendes. Ella me enseñó a hacer el morocho y los dulces de Carnaval. Realmente, yo creo que el secreto de estos dulces es el amor que uno le pone. Si uno cocina con gusto, le sale rico”, dijo Gloria a diario El Mercurio.

Venta a través del internet

Aunque en el mercado aprendió sobre el arte de hacer dulces, hoy en día, con la tecnología, la manera en cómo vende Gloria sus productos ha cambiado.

Si bien la gente llega al centro de abastos, prueba el dulce y se lleva su tarrinita, en donde Gloria comercializa más sus productos carnavalescos es en las redes sociales.

Para eso cuenta con el apoyo de su hija Gabriela, quien también aprendió a hacer los dulces de Carnaval.

Gaby, sea por Facebook o WhatsApp, se encarga de publicitar los dulces que no solo se venden en los días previos y en los propios días del Carnaval. También se comercializan los productos hasta un mes después.

“La gente viene y nos visita, sobre todo los turistas. Y en las redes se vende mucho más. Piden las escuelitas o las familias. También piden para llevar a Estados Unidos y España porque nuestros migrantes quieren probar los dulces de Carnaval”, agregó Gloria. (I)