En mi primer artículo cometí una omisión de la que me excuso: no mencioné, entre los cuencanos que son miembros de la Academia Ecuatoriana de la Lengua a Fausto Aguirre, uno de los académicos más trabajadores que conozco, pues parece no descansar en su labor investigativa. ¡Seáme perdonado el error!
Y remontándonos al pasado, echemos un vistazo a los nombres de Cuenca, que integraron la Institución que vela por la pureza de la lengua.
Empecemos por el siglo XIX. El primer nombre que aparece es el de Mariano Cueva Vallejo, de quien se dice que es “diputado, gobernador, juez y rector de la Universidad”, y que en 1882, año de su fallecimiento, era Vicepresidente de la República. Este debe ser uno de los primeros nombres de políticos que ostentan el título de académico, tendencia que ha perdurado hasta la fecha.
Luego hallamos a José Rafael Arízaga, padre de Rafael María, y reverenciado en la ciudad por sus virtudes, entre ellas las poéticas; alabado post mortem por sus hijos, Miguel Moreno, Luis Cordero y muchos escritores más.
Siguen: Antonio Borrero Cortázar, que fue Presidente del Ecuador y que escribió, posiblemente, la primera biografía de Fray Vicente Solano.
El Hermano Miguel, Francisco Febres Cordero, figura de renombre, además de sus méritos espirituales, uno de los grandes gramáticos del país y sutil lírico religioso.
Luis Cordero, que además de Presidente del país fue un quichuista y botánico insigne y caudaloso poeta. “Cuerpo y alma” es de los mejores sonetos cuencanos.
Tomás Rendón Solano, nacido en 1824 y muerto en 1916, posiblemente la figura de mayor edad de las del XIX, se distinguió como maestro y escritor. Marco Tello incluye en su gran libro sobre la poesía cuencana, algunas composiciones del autor.
Julio Matovelle es una interesante figura de la intelectualidad y la cultura de fines del XIX y principios del XX; fundador de la comunidad Oblata, ensayista, hombre de honda ideología conservadora, que le hacía atacar todo lo que tuviera que ver con el liberalismo; escribió numerosos libros, y mucha y, en ocasiones, bella lírica.
Gonzalo Cordero Dávila, hijo del Presidente Cordero, fue una figura distinguida de la Cuenca del primer tercio del siglo XX; escribió abundantemente, en particular atractiva poesía de temas terrígenos. (O)