¿Cómo encontrar una paz duradera en nuestro Ecuador? es la principal interrogante que se repite luego de 18 días de violencia, incertidumbre y miedo.
El Estado tiene la obligación primaria de garantizar la paz social y el respeto irrestricto a los Derechos Humanos. Como ecuatorianos, no queremos continuar con acciones violentas, por el contrario, anhelamos una paz duradera, progreso y bienestar. Por ello, cada ciudadano debe proponerse ser mejor persona y trabajar para disminuir las desigualdades sociales, luchar contra la pobreza, construyendo una sociedad más solidaria, fraterna e inclusiva.
No menos importante es promover una educación para la paz, enseñando valores como el respeto, empatía y solidaridad. Movilizando a cada ecuatoriano a ser actor no espectador, que tenga pasión por la paz, aprender a utilizar la fuerza de las palabras, las ideas y los sentimientos y, sobre todo, dando ejemplo de una cultura de paz con sus acciones diarias.
Aprender a dialogar es esencial para lograr acuerdos entre distintos actores. El diálogo tiene que ser real y cada actor debe mostrar sus intereses para abrazar puntos en común, con la premisa de comprender antes que contestar, aprender antes que refutar, integrar antes que separar.
Es fundamental que, desde las primeras etapas de la infancia, los niños reciban una educación para la no violencia, que les ayude a entender los beneficios del diálogo y los consensos. De esta manera, serán capaces de resolver sus conflictos sin llegar a la agresividad.
¡No hay otro camino que ayudarnos unos a otros, sin importar el color de la piel y la situación económica! Hay que descubrirnos y darle un lugar al otro y a lo que piensa. En nuestro país pluricultural y multiétnico, prioricemos la integración social, la unidad, dando lo mejor de cada uno.
El presidente Guillermo Lasso, en cadena nacional, expresó que es hora de curar las heridas que dejó el paro, reconstruir, recuperar el tiempo perdido, y que será prioridad nacional “atender los problemas de la ruralidad”. Aquello no puede quedar tan solo en el discurso, en letra muerta, sino en obras de real beneficio para ellos. (O)