Desde hacía varios años se habla sobre el problema del tráfico vehicular en Cuenca.
Un tema recurrente durante las campañas electorales para captar la alcaldía. Pero del “dicho al hecho”, nada, o casi nada.
Abundan los estudios. La mayoría hechos de buena fe y con alta calidad técnica. Pero el organismo rector: la Municipalidad, a más de algunos ensayos, no esboza un verdadero plan, ejecutable en el corto, mediano y largo plazo.
Este Diario, una vez más, como es su deber comunicacional, trae a colación tan engorroso problema.
La empresa Clipp Ecuador ha identificado 23 zonas de mayor complicación para el tráfico. Esto da la medida de cómo el problema crece y crece. Y cómo no ha de ocurrir si cada año entre 8 o 10 mil vehículos se incorporan a especie de “telaraña”.
Si, como ya lo expresamos en otro editorial, cada vehículo tiene un promedio de entre 4 o 5 metros de longitud, súmese el de todos, para obtener cuántos kilómetros de vías pasan a ocupar, en palabras crudas, a congestionar, a contaminar.
El nuevo estudio identifica seis causas para el congestionamiento. Entre ellos: uso predominante del auto privado, falta de infraestructura vial adecuada, crecimiento urbano sin un plan de movilidad sostenible y carencia de transporte público eficiente. Son similares a los identificados en estudios anteriores.
Cuenca crece y crece. Poco en altura. Al contrario, de manera horizontal, predominando ciudadelas y urbanizaciones, adaptables a la geografía de los terrenos donde se levantan, y no siempre con vías de fácil acceso.
Pueden abundar los estudios; pero si no hay un verdadero Plan (así, con mayúsculas); sobre todo un ejecutivo municipal decido a encarar el problema, Cuenca seguirá circulando por aquella misma “telaraña”, varios de cuyos hilos cuelgan de ensayos, como los pintados en algunas vías o de la reducción de veredas en calles de por sí estrechas.
Así, Cuenca no va a ningún lado en materia de tránsito.