Apenas ocurrió y navegaron por el ciberespacio las imágenes nítidas y brutales. Parecía ser una réplica exacta de la novela “el chacal” de Frederich Forsyth que trata de un atentado para matar a De Gaulle. Exacto. Un solitario francotirador con todo perfectamente planificado y que falla su tiro por un movimiento inesperado de la cabeza del presidente francés, que lo salva.
El Tío Sam, enorme país que, en lo personal admiro, dueño de una sólida democracia y de libertades tan grandes así como sus penas, permite que un padre compre un rifle de asalto de última generación y efectividad en una armería en forma legal y lo regale a su hijo para que practique en un club de tiro cercano, quien con enorme sangre fría y determinación, se encarama en una azotea burlando la seguridad, donde incluso es filmado por vecinos y acostado y cómodo dispara y más tarda en salir la bala del cañón, que es abatido por francotiradores de seguridad. Las imágenes son tan nítidas, que se logra ver, una vez elaboradas, incluso a la bala y su trayecto, que roza el cráneo y cara de Trump y le traspasa su pabellón auricular, como arete moderno. Falló este chacal su intento de asesinato por un centímetro o menos, cosa increíble.
Más allá, desde el punto de vista político, podría afirmar que la bala mato a Joe Biden y apenas hirió al rubio Trump, que con sangre en la cara y medio inconsciente de lo que sucedía, no se amilanó y levantó su brazo en una imagen de héroe, en señal de que nada le detendrá en su rumbo a la casa blanca, menos aún, una bala que acaricio su sien, en cambio el octogenario Biden, se muestra ya decrepito y su retórica se ve trasnochada y errática, igual que confusa. La bala lo mató políticamente, pero el insiste en seguir en la contienda y no tardarán muchos de sus adláteres de partido en darse completa cuenta del fracaso y muy posiblemente le obliguen a declinar su candidatura.
La existencia de Trump llega al campo de la suerte, el milagro, el destino, temas variados a discutir, sin embargo, lo único cierto es que hoy está más vivo que nunca, cosa que sabe aprovechar y ya lo está haciendo al buscar su binomio en forma casi inmediata con el apósito en la oreja aún. Aseguraría que, si este rato son las elecciones, ganaría abrumadoramente, de tal manera que, al chacal solitario, que apretantemente lo es, le salió el tiro por la culata, logrando catapultar a su víctima, con toda seguridad, al sillón de Lincoln. (O)