Los casos recientes de personas que han deseado que se suspenda sus vidas pues, al ser víctimas de graves enfermedades incurables, se han convertido en causas de enorme sufrimiento. Desventuradamente hemos sido testigos de cómo la aprobación de la ley que permita morir dignamente ha sido postergada mientras los legisladores han estado ocupados en el reparto de canonjías, cargos y dinero. Hace pocos días un ciudadano que sufría ELA, enfermedad tremenda e incurable, murió tristemente sin conseguir se le permita acceder a la eutanasia a pesar de solicitarlo reiteradamente.
El dilema de si es correcto prolongar estados en los que la enfermedad es del todo incurable, ocasiona grandes sufrimientos a la víctima y ésta decide que ya no quiere vivir, sigue siendo tema de discusión y análisis. Las formas de solucionar el problema son dos: la eutanasia activa y la pasiva. Activa es cuando se hace algo para producir la muerte o se facilita al paciente los medios para tal finalidad. Se llama eutanasia pasiva a la resultante de una omisión intencional para no iniciar o para suspender un recurso médico que prolongaría la vida del enfermo. Debe ser materia de reflexión si con la acción médica lo que se prolonga es la vida o se prolonga el sufrimiento y apenas si se retrasa la muerte; el enfermo terminal o sus familiares deciden la suspensión de un tratamiento que no es curativo, sino que prolonga artificialmente su vida o, más exactamente, su agonía.
El problema está en que la religión plantea que la vida es un don de Dios y sólo él puede terminarla. Las religiones, de manera abusiva, nunca han considerado el derecho de aquellos que no creen en Dios. Las pretensiones de imponer a todo el género humano sus creencias, así sea a la fuerza, han escrito negras páginas en la historia y deben enseñar a la humanidad que nadie tiene derecho a imponer dogmas a los demás.
Es necesario que se establezcan reformas legales para permitir que las personas que no tienen curación posible, desean morir y sufren mucho puedan morir con dignidad. Y si las personas que creen que su vida no les pertenece no quieren hacer uso de este derecho no lo hagan, pero que se respete el derecho de los que piensan diferente. (O)