Caridad gubernamental

En la agenda del gobierno Cuenca recién será relevante en noviembre. Lo ha dejado claro el presidente Noboa en su comunicación digital, al reiterar que la Cumbre Iberoamericana, que tendrá lugar en la ciudad a mediados de noviembre, es una evidencia de la atención a la provincia y del espíritu caritativo y descentralizador del mandatario. Esa fue toda la explicación que dio sobre su decisión de trasladar las oficinas de CELEC a Quito.

En la agenda comunicacional del gobierno, la conversación ha girado sobre acusaciones de intereses partidistas detrás de la gestión de la segunda empresa pública más grande del país. Es la misma línea argumental que alimentó la teoría del “sabotaje” de la presa de Mazar que circuló en abril pasado, y que hoy se reactiva entre los corifeos que defienden la decisión del Ejecutivo. A cuenta de frenar la corrupción se llevan CELEC a Quito. Este argumento desconoce, en primer lugar, una larga tradición y posicionamiento que tiene el sector público de Cuenca y del Azuay. No será perfecta, ninguna empresa lo es, pero tener la posibilidad de tomar decisiones desde el espacio donde los fenómenos suceden reduce tiempos y gastos operativos. En otras palabras, es más eficiente tener a CELEC en la región, desde donde puede observar lo que sucede en el corazón energético del país, y no desde el escritorio de oficina cercana a Carondelet.

En segundo lugar, reduce a un escritorio y tres empleados símbolos legítimos sobre una gestión descentralizada y desconcentrada del país. El valor del territorio ha sido una lucha constante en las voces azuayas. El presupuesto para gobiernos seccionales, la titularidad en la administración de las telecomunicaciones que logró ETAPA, la capacidad de los organismos seccionales de solicitar la transferencia de competencias, son algunos de los logros que desde la región han sido impulsados y alcanzados a fuerza de pulso. Hoy CELEC se convierte un receptor de todos estos frutos de la agenda por la descentralización que el país debería tener, y que sufre un profundo retroceso al ser trasladada a Quito.

Para la agenda gubernamental, Cuenca es el resort de vacaciones que algunas delegaciones internacionales tendrán la posibilidad de conocer. Una ciudad que es bella y generosa con los turistas gracias al esfuerzo de su gente, y al sector turístico y comercial que se bate solo ante planes insuficientes para contrarrestar la inseguridad. Que le toca sortear largas horas de racionamiento energético por tener menos peso electoral que Pichincha, Guayas o Manabí. Que, si la visitan desde el Estado, es para dejar nuevos huéspedes peligrosos en la cárcel de Turi o para mostrarla ante los invitados a la Cumbre. Cuenca, para la agenda gubernamental, recibe atención como un acto de caridad.

DZM

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social con experiencia en coberturas periodísticas, elaboración de suplementos y materiales comunicacionales impresos. Fue directora de diario La Tarde y es editora.

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