Cuencanos vivieron 8.571 kilómetros de aventuras e historias

«Se me hizo un nudo en la garganta cuando tenía que dejarle a mi padre para que continúe el recorrido”, confesó Xavier Merchán, quien acompañó a su progenitor Nicanor en la primera parte de la travesía en motocicleta: La Patagonia-Ecuador.

Esos cortos y emotivos minutos fueron de profunda reflexión, pues nunca imaginó cómo un viaje puede representar a la vida. “Mi papá siempre nos dice que el viaje es como la vida cuando todo está bien, vienen momentos complicados, pero debemos salir adelante gracias a nuestro esfuerzo y sacrificio”.

Xavier, quien volvió a andar en motocicleta después de ocho años, pues hace tres se dedica de lleno al ciclismo de fondo, indicó que este proyecto nació en marzo del año anterior, ya que la planificación es fundamental en estos viajes. “Formar parte del reto que se propuso mi padre fue algo indescriptible, pues no muchas personas recorren desde La Patagonia hasta Ecuador, y más aún a su edad…Creo que es una lección de vida para quienes valoramos su espíritu, fue una linda experiencia que siempre la guardaré en mi corazón”.

La expedición padre-hijo inició en Punta Arenas para luego dirigirse en ferri a Ushuaia “fin del mundo, principio de todo”, en donde tuvieron que empezar a demostrar su pericia en 100 kilómetros de lastre, acompañados de fuertes vientos -característicos de la zona- que fácilmente pueden hacer perder pista a los motociclistas. Empezaron a subir la Ruta 40, “una de las más duras del Continente”, para continuar a Bariloche y llegar hasta Osorno, punto en el cual se tuvieron que despedir, porque Xavier debía regresar a Ecuador por motivos de trabajo, no sin antes entregar su motocicleta BMW 850 cc que alquiló para esta aventura. “Todo esfuerzo fue gratificante después de conocer lugares hermosos”.

Xavier (I) y Nicanor Merchán en Ushuaia, ciudad considerada como el “fin del mundo y el principio de todo”. Fotos cortesía

El ejecutivo de 42 años también valoró la experiencia de su papá, “fundamental” en el viaje. “Es importante seguir aprendiendo a diario para afrontar nuevos retos de personas que siempre tienen la razón”.

Nuevos compañeros de aventura

Cerrado el primer capítulo de dicha travesía -que se cumplió de 4 al 13 de enero y contempló cerca de 4.000 kilómetros- nuevos protagonistas se sumaron a esta aventura: Freddy Hinojosa; Santiago González y su hijo Santiago Jr.

Felipe Merchán (I), Nicanor Merchán, Freddy Hinojosa, Santiago González Jr. y Santiago González, formaron parte de la aventura.

Hinojosa confiesa que al inicio todo parecía una utopía, pero conforme pasaban los días “las cosas se ponían serias”, hasta que llegó la hora de embarcar las motocicletas desde Tumbes a Tacna, en donde encontraron a Nicanor Merchán, después de tomar un avión a territorio peruano, para desde ese punto emprender este nuevo reto el 14 de enero que tenía como primer destino: Arica.

En estas peligrosas vías fue vital la experiencia y la fuerza de Nicanor, “un viejo motero, muy seguro y conocedor de las rutas. Es impresionante esas ganas que ponía, las cuales nos contagiaban y levantaban”.

«Desconocía porque le llaman la Ruta del Desierto a la vía entre Arica y Oruro, y conforme avanzábamos me di cuenta que todo era arena y había muchas cruces (en honor a los fallecidos en esta vía) que daban cuenta del peligro de nuestra ruta en la que solamente se encontraban camiones pesados”, acotó el abogado de profesión de 52 años, que inició en el mundo de las motos cuando tenía 10.

La naturaleza también les puso sendos retos, sobre todo cuando pasaron por las faldas del nevado Sajama. “Nos cayó una tormenta de nieve…pero todo se compensaba con los paisajes que pudimos observar…Es una emoción indescriptible que no se la compara ni con un viaje a Disneylandia, a pesar que viajamos con ropa y alimentación limitada”.

Los pilotos de motocicleta siempre están expuestos a percances, a tal punto que los aventureros tuvieron que presenciar un accidente de tránsito en el que perdieron la vida dos ruteros colombianos. “Esta escena nos afectó, pero teníamos que seguir adelante. El accidente nos hizo reflexionar sobre la cordura y el respeto a las vías por lo que entre todos siempre nos íbamos cuidando”.

La parte física y psicológica fue fundamental para los cuencanos. “Algunos días moteábamos de 08:30 hasta 20:00, lógicamente con algunas cortas paradas, rodábamos un promedio de 500 kilómetros diarios. Nunca me imaginé completar estas largas jornadas en mi vida”, sostuvo Hinojosa, quien el día de la entrevista todavía sentía los estragos de la travesía en todo su cuerpo.

Los aventureros atravesaron lugares como: La Paz, el Lago Titicaca, Desagudero, Juliaca, Machu Picchu, Lima, Nazca, Zumba, Loja y Cuenca… “En la frontera entre Perú y Ecuador nos pasó algo muy bonito porque nos fue a recibir otro motero como Felipe Merchán…Fue un momento muy emotivo porque nos cruzamos en la vía, paramos y nos abrazamos”, expresó el rector de la Unidad Educativa Ausubel High School.

«El 29 de enero ingresé nuevamente a mi casa. Mi familia me preparó un recibimiento como si fuera un niño; con globos, serpentinas, etc, porque siempre dimensionaron el riesgo que implica viajar en motos”, sostiene entre risas Hinojosa que cumplió el reto a bordo de una motocicleta BMW, 1.250cc.

Amor de padre

Santiago González emprendió este viaje junto su hijo Santiago Jr., de 20 años. Por esta condición la aventura se tornó muy “preocupante, pero a la vez especial”, confiesa el médico de profesión que tiene 54 años (45 dedicados a las motos) porque siempre estuvo pendiente de su retoño, el cuarto de cinco hijos. “Estoy muy orgulloso porque supo superar esta exigente prueba, es un chico muy estable que escucha consejos de los más experimentados…Por fortuna nos podíamos ir comunicando durante todo el viaje a través de bluetooth, advirtiendo los peligros que se iban presentando como el accidente terrible que fuimos testigos en nuestro primer día, situación que personalmente me desmotivó un poco porque este deporte puede en ciertos momentos incurrir en una amenaza para los motociclistas, por eso a quien le guste este deporte debe siempre pensar en la seguridad y responsabilidad que significa subirse sobre dos ruedas”.

Empero sostuvo que “fue un experiencia única e inolvidable, ya que tuve la oportunidad de compartir este viaje con mi hijo y buenos amigos y compañeros de ruta con quienes sorteamos largos trayectos bajo diferentes situaciones que el clima nos depara: calor, lluvia, climas extremos desde bajo cero hasta 35 grados centígrados”.

González, quien inició con las motos pequeñas de calle y trial, coincide con todos los pilotos que la planificación es fundamental para este tipo de viajes, “dado que la ruta de aproximadamente 5.000 kilómetros se trazó en una forma de zigzag, subiendo desde la Costa a nivel del mar hasta 4.000 metros de altura en los altiplanos de Perú y Bolivia, en donde el precio del combustible para los extranjeros es diferente…”.

El motociclista -que superó una lesión de columna tras un accidente- emprendió esta aventura en una de sus dos motocicletas BMW 1.250cc, mientras su hijo hizo lo propio en una BMW 800 cc.

La experiencia de “Nico” Merchán

Nicanor Merchán, en cambio, indicó que “el trayecto fue muy lindo, lleno de paisaje, experiencia y retos. Un clima impredecible. Nieve en la capa asfáltica, en unos momentos granizo, tormentas, rayos, truenos. Por otro lado: temperaturas altas, 35 grados dentro del traje era prácticamente un sauna. “El pobre corazón estuvo sujeto a estas inclemencias del tiempo”.

Más allá de todo se destaca el hecho de compartir esta aventura con buenas amistades y el admirar tan hermosos paisajes, dice el experimentado piloto. “Nos llamó mucho la atención el cuidado que le ponen argentinos y chilenos a los parques nacionales, la preocupación que tienen los guarda parques que son especialistas en el cuidado ambiental”.

Merchán detalló que fueron 8.571 kilómetros de travesía, a bordo de dos motos BMW: Adventure 800 cc (alquilada) que la utilizó en la primera parte, y la GS 850 cc con la que completó el recorrido, por lo que se requiere buena preparación física y psicológica. “Hay que estar siempre preparado para lo que venga”, dice.

Asimismo destacó que la primera etapa del trayecto la hizo con su hijo Xavier, “un excelente amigo, compañero y piloto…Fue muy metódico”.

«La segunda parte del recorrido la completé con mis buenos amigos a quienes quiero agradecer su amistad”.

Otro momento inolvidable fue cuando Felipe, su otro hijo, les fue a recibir en la frontera entre Perú y Ecuador. “Es un piloto que también tiene mucha experiencia, es un excelente raidista. Fue muy agradable la compañía de mis dos hijos”.

El motociclista, con 54 años de experiencia, compartió que inició y terminó su carrera como endurista, pero también siente un afecto especial por la ruta. “Siempre he tenido el espíritu de endurista, pero también de raidista, por lo que espero cumplir algunas otras rutas en Europa, está pendiente el viaje de Los Pirineos, eso sí, siempre con precaución, no importa la velocidad, mientras se sea regular”.

Al preguntarle cómo terminó físicamente esta travesía, “Nico”, como es conocido entre familiares y amigos, sonríe y señala que “en unas horas me estoy yendo en moto a Machala”. (JMB) (D)

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