Las Supermanzanas: Entre que enamoran y desencantan a los cuencanos

Análisis por José Chalco Salgado

Diario El Mercurio a través de medios sociales realizó un sondeo sobre la posición de la población respecto al establecimiento por parte de la administración de la ciudad de las denominadas: Supermanzanas. De un universo de al menos 2.128 personas que respondieron, 1.241 dijeron estar a favor del proyecto y 887 en contra.

El resultado muestra que las Supermanzanas enamoran y desenamoran. Encantan y desencantan. Entre que encuentran adeptos y no.

Sí. El espacio público es el nuevo horizonte que preocupa a la sociedad y tiene posiciones encontradas. De hecho, la permanencia o actividad en el espacio público, es lo que nos define -entre otros elementos- como ciudadanos enamorados de la ciudad y su entorno. Del estudio realizado por El Mercurio, el 58% de personas participantes está a favor de las nuevas células urbanas (Supermanzanas) y un 41% en contra. No es una diferencia que muestre claridad en la posición adoptada para la ciudad, al contrario, indica importantes tensiones por analizar.

Las Supermanzanas son la reinvención del espacio público. Consisten en células urbanas con una dimensión promedio de 400 a 500 metros de lado en donde su periferia llega a articularse como vías de tipo básico general para que vehículos que transitan de paso, puedan ir de un lugar a otro a velocidades prioritarias. En su interior, la circulación promedio es de 10 km/h y las actividades de las personas a pie, se vuelven prioridad. Es decir, se convierten en una especie de espacio público común (hacia afuera) y espacio público residencial (hacia adentro).

Así, son una política y decisión que mira hacia transformar el estilo de vida de los ciudadanos. No pretende continuar con la movilidad y vida actual. Al contrario, supone la generación de proyectos urbanísticos y ampliación de actividades no comunes en el día a día del espacio público actualmente conocido. Pues, es incompatible el uso del espacio público ocupado por vehículos y el espacio público para el barrio, niños, ancianos, residentes y vecinos. Es un cambio en la comprensión de la movilidad y vida de los cuencanos. La propuesta es clara y contundente. Además, ya ha sido probada de forma zonificada en ciudades como: París, Madrid, Londres o Barcelona.

El porcentaje de la población que se ha pronunciado en contra muestra varios elementos o factores a revisar, siempre en el mismo contexto. Primero, la conocida ausencia de un manejo adecuado de la forma por la cual la nueva administración municipal informa y dialoga con los cuencanos. Hay una ausencia de enamorar a la ciudadanía con nuevos proyectos. Es una especie de silencio, desinformación y alejamiento. Aquello se puede corregir. Tan solo hay que sintonizar en la necesaria dualidad entre Alcaldía y ciudadanos.

Segundo. Hay desconocimiento de los retos por la calidad de vida. El mundo está preocupado por el estilo de vida de las personas y la conservación de nuestro entorno. Son varios los proyectos, planes y rutas de acción que a nivel mundial se han emprendido para mejorar esta armonía. Cuenca debe insertarse -como ciudad hermosa y patrimonial- en el contexto internacional y las preocupaciones mundiales, para ello es necesario una administración convencida, soñadora y capaz de hacer que los cuencanos conozcan a dónde vamos como ciudad. Al final del día el resultado en contra lleva mucho de desinformación, desconocimiento y -el conocido- miedo al cambio.

Las Supermanzanas -como muestra la opinión mayoritaria- son la opción para la ciudad. Con ellas se puede mejorar aún más, el ya envidiable estilo de vida que, para orgullo de los cuencanos, todavía podemos conservar. (O)

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