Cada autoridad imprime su propio sello en la administración que dirige.
Pero sin duda, las obras que se realizan, no se financian con recursos propios de la persona, es decir de quien ejerce –por ejemplo- como alcalde de la ciudad, es más, la persona en cuestión es servidora pública, recibe una remuneración por el trabajo que temporalmente le ha sido encomendado.
Por ello no entiendo, que quienes ejercen ese cargo, se crean merecedores de agradecimiento y homenaje por cumplir con su trabajo, así como tampoco que se atribuyan a título personal el mérito de cada obra que se ejecuta; o que el anterior y el siguiente se enfrasquen en una pugna por la “propiedad” como los niños por el juguete.
Lo que importa es que las obras se hagan y bien, que una iniciada se termine. Lo que importa es la obra en beneficio de los habitantes de la ciudad, no quien la empezó ni quien la inaugura.
¡La vanidad les gana!
Al menos el nombre del actual no está en cada cartel, el del anterior aún hay que quitarlo. (O)