La provincia del Azuay, acaso como ninguna otra del Ecuador, vive del eterno cuento estatal en cuanto a vialidad, sobre todo de la interprovincial.
Vías como la Cuenca-Girón-Pasaje, la Cuenca-Molleturo-Puerto Inca, las más transitadas, son una bomba de tiempo al estar a merced del invierno y al constante deterioro por falta de mantenimiento.
Similar panorama presenta el resto de vías interprovinciales.
Pasan los Gobiernos, los ministros de Transporte y Obras Públicas, cada cual, con sus promesas y sus teorías, cuando no de sus ocurrencias, y la situación sigue igual o peor.
Desde hace años, Azuay vive de palabras ya vaciadas de su contenido, del cuento sobre la realización de estudios de prefactibilidad y de factibilidad, ni se diga de créditos internacionales, aparentemente ya aprobados, o torpemente expresados por los diversos ministros para engañar a la provincia o salirse de los apuros.
Sin dejar de desconocer la mala jugada de la topografía de los lugares por donde pasan las vías, como el incremento constante del tráfico vehicular, no hay ni voluntad política, ni poder de decisión, peor los recursos económicos necesarios para darle a la vialidad azuaya un giro de cuando menos 180 grados.
Negada la solicitud planteada por autoridades provinciales, incluidas las del Cañar, respecto de la concesión para administrarlas con base a peajes, el actual titular del MTOP, Roberto Luque, meses atrás habló de un crédito de la CAF, parte del cual se destinará para comprar maquinaria y destinarla exclusivamente al Azuay a fin de actuar con inmediatez cuando haya derrumbes u otras eventualidades.
Empero, hasta el momento, nada. Aquel ministro, ahora encargado del de Energía, se habrá olvidado de su promesa, siempre y cuando lo de aquel crédito era verdad; pero, por lo visto, es una quimera.
El Estado central, los diversos gobiernos, siguen considerando al Azuay como el patio trasero del país en cuando a vialidad. ¿Hasta cuándo?