La verdad como “hija del poder”

No podemos ocultar que hoy los ecuatorianos estamos divididos. Basta abrir cualquiera de las redes sociales y nos topamos, ipso facto, con correístas y anticorreístas radicales y en continua lucha; unas veces, valiéndose de la genialidad y de un agradable humor, pero la mayoría con insultos vulgares y ofensivos. Y esto sí es preocupante, porque además de comprobar cómo se esfuma la sensatez humana, los imparciales nos sentimos como obligados a tomar partido en

La frase lapidaria “la verdad es hija del poder”, creo que explica con suficiencia esta lamentable situación. Manifiesta que la verdad como tal, es favor de una u otra posición. 

decir: “como conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente, en base a lo racional y ‘evidente´”, ya no es tal, sino aquello que nos llega como rumor o conjetura. Los poderosos han aprendido a utilizar estrategias para posicionar sus mentiras como verdades absolutas, manipulando así la opinión pública en aras de sus intereses políticos, económicos e incluso religiosos.

La propaganda, las campañas de desinformación y las artimañas retóricas, que la plebe reproduce con ligereza, son algunas de las herramientas utilizadas para distorsionar la realidad y sembrar la confusión entre la población. A través los MASS-MEDIA controlados o influenciados por ellos, se difunden mensajes diseñados para manipular emociones, crear divisiones y generar miedo, todo con el objetivo de mantener y consolidar su poder.

Para contrarrestar esta práctica perversa, es fundamental la educación crítica y el pensamiento independiente. La población debe aprender a cuestionar la información que recibe, verificar fuentes y contrastar datos antes de creer en una verdad aparente; más aún, antes de compartirla. Es necesario promover la transparencia, la ética y la responsabilidad en la comunicación, así como fortalecer los MCS especialmente el periodismo de investigación.

Por otro lado, aunque soy consciente de lo difícil que resulta definir lo que es “la vedad” (así lo evidencian las distintas corrientes filosóficas), las personas sí han de procurar tener claro, al menos en su sentido elemental, que la verdad no es sino, “la correspondencia entre una afirmación o un hecho, con la realidad objetiva”; o también, “como un ideal ético y moral, relacionado con la honestidad, la transparencia y la sinceridad en nuestras acciones y palabras”. En este sentido, buscar la verdad implica un compromiso con la integridad y la responsabilidad en nuestra relación con los demás y el mundo que nos rodea. (O)

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