Pocas frases en la vida tienen tanto poder paralizante como “si tan solo…”. “Si tan solo hubiera elegido otra carrera”, “si tan solo esa persona me entendiera”, “si tan solo las cosas fueran diferentes”, “si tan solo mi vida fuera mejor”. Parece inofensiva, pero esa secuencia de palabras nos atrapa en un mundo de escenarios imaginarios que no existen, ni van a existir. Andrew Huberman, profesor de Stanford, comenta en su podcast que una de las ideas más peligrosas que podemos tener es comenzar una frase con “si tan solo”.
Es claro que en la vida siempre enfrentaremos circunstancias difíciles o injustas en las que desearíamos que las cosas fueran diferentes. El problema surge cuando ese deseo se convierte en una forma de evitar la realidad, porque pensar constantemente en lo que debería haber pasado o en cómo deberían ser los demás, nos quita la energía que podríamos usar para cambiar lo que sí está en nuestras manos.
Huberman propone un protocolo para estas circunstancias: aceptar la realidad, pensar con claridad, elegir un camino y actuar. Parece simple, pero no lo es, en realidad requiere un esfuerzo consciente para dejar de lado la queja y asumir la responsabilidad que tenemos sobre nuestras decisiones. No sobre todo lo que nos pasa, porque a final de cuentas no todo depende de nosotros, pero sí sobre cómo respondemos a ello.
Obviamente este giro de mentalidad no sucede de un día para otro, Huberman sugiere que poco a poco se convierte en una práctica, comenta que al principio cuesta, pero luego se vuelve natural. Seguramente es como entrenar un músculo, cuanto más ejercitamos nuestra capacidad de actuar en lugar de lamentar, más fuerte se vuelve esa parte de nosotros que elige avanzar. (O)
@ceciliaugalde