Los guanderos en el desarrollo de Cuenca

En el siglo XX, los indígenas fueron utilizados para que cargasen las encomiendas que no podían traerse por la falta de vías.

La noche del 10 de agosto de 1914, un letrero luminoso que rezaba «Luz en Cuenca» se encendió en la plaza de las Armas. Para que ese pequeño artefacto funcionara hubo un trabajo descomunal, y no precisamente de los empresarios y políticos que gestionaron la construcción de la primera planta eléctrica en la capital de la provincia del Azuay.

Detrás de ellos estuvieron los guanderos, aquellos llamados indios que usaban el guando para transportar, como recordó Jorge Maldonado Aguilar, en su crónica Los ñaupa tiempos, desde los muebles de esterilla importados de Viena hasta el hierro forjado para los balcones y los pianos de cola.

En la foto, un grupo de guanderos trasladando una pianola por el centro de Cuenca. Archivo histórico

A principios del siglo XX, Cuenca carecía de caminos que la conectaran con Guayaquil, adonde llegaban las importaciones. Y ante esa falta, los hacendados y los empresarios utilizaban a los indígenas para que cargasen lo que habían adquirido en el extranjero y lo trajeran, en un inicio, por Naranjal hasta Cuenca.

Los guanderos, por ejemplo, trajeron en 1912 el primer vehículo que circularía por la ciudad.  Y aunque aquello fue considerado un hito, nada se compara con el trabajo que se les encomendó cumplir dos años después: cargar una dinamo de 37,5 de kilovatios para que haya luz eléctrica en Cuenca.

La máquina ꟷque transformaría la energía mecánica en energía eléctricaꟷ se encontraba en Huigra (Chimborazo), en la estación de trenes, luego de haber sido trasladada desde Guayaquil.

Fue entonces que docenas de hombres se trasladaron hasta el sur de Chimborazo para cargar la dinamo en sus espaldas y llevarla hasta Monay. De esta manera ha sido contada la historia de los guanderos, sin embargo, desde el arte se ha comunicado con muchos más detalles lo que tuvieron que vivir los indígenas.

Los guanderos en las expresiones artísticas

El trabajo que hacían los guanderos fue considerado, por lo menos en la literatura y pintura, como una forma de explotación a los indígenas. En 1935, Joaquín Gallegos Lara había empezado a escribir las primeras hojas de la novela Los Guandos, que sería terminada por Nela Martínez y publicada en 1982.

En la obra se recrea el traslado de la dinamo a través de Roberto, el personaje principal de la novela, quien llega a Cuenca para convencer a su padre de que utilicen a los indios para que carguen el artefacto que estaba en Huigra.

Ya en las primeras páginas del libro se habla más de la importancia de la dinamo que del trabajo descomunal que tendría que cumplir los guanderos.

“Él (Roberto) se iría a Huigra. El camino debía ser revisado para traer bien el guando, no tanto por la gente, que no importara que se fregara un indio más o menos sino por el peligro que pudieran correr los cajones de las máquinas”, escribió Joaquín Gallegos Lara.

A la primera edición de la novela, que estuvo a cargo la editorial El Conejo, le acompañó las ilustraciones del pintor Eduardo Kigman, quien además pintaría en 1941 una de sus obras más conocidas, que también se llamaría Los Guandos.

En 1941, Eduardo Kingman pintó el trabajo que cumplían los guanderos. Cortesía

En el cuadro se ve a los indígenas cargando dos paquetes en sus hombros, mientras un hombre en caballo mantiene en el aire un látigo.

A esa obra que reflejaría lo que vivían los guanderos se sumó el mural que pintó Manuel Tarqui en 2009, en la Gobernación del Azuay. En aquel tiempo se decidió rendir un homenaje a la población que fue utilizada para traer, tanto los accesorios de lujo para los ricos como la maquinaria que permitiría el desarrollo de Cuenca. (AWM)-(I)