Hablando de plañideras

Bridget Gibbs Andrade

El pasado 2 de abril, el exsecretario de Comunicación de la Presidencia declaró que el Gobierno no descarta una sanción diplomática para la vicepresidente Verónica Abad por sus declaraciones polémicas en contra del Gobierno Nacional. Enfatizó que ningún embajador puede hacer declaraciones en contra de su propio país, y que el Ministerio de Relaciones Exteriores será el que defina qué tipo de sanción se aplicará a la vicepresidente de acuerdo a las normas que rigen al cuerpo diplomático.

Desde que fue enviada por Noboa como embajadora a Israel y, tras la detención de su hijo por un presunto tráfico de influencias después de que una persona lo acusara de haberle gestionado un cargo público en la Vicepresidencia a cambio de pagos mensuales, ha adoptado la narrativa correísta proclamando a los cuatro vientos que es una perseguida política. Que lo que busca el Gobierno es presionarla para que renuncie.

No es correcto que un vicepresidente emita declaraciones de este tipo sobre su binomio en varios medios, y menos en medios correístas. Esto último da mucho en qué pensar… Hay que reconocer que cuando Noboa la envió a Israel, jamás la desprestigió. Guardó silencio. Por el contrario, la señora Abad se muestra como una plañidera en medios nacionales e internacionales hablando mal del Gobierno al que representa.

Debió suceder algo muy grave en campaña cuando saltó a la vista el distanciamiento tajante entre ambos. Nada es gratis en la vida. Por otra parte, es irónico que haya dado su voto a favor de la adhesión de los palestinos a la ONU como un Estado de pleno derecho, cuando su única misión en tierra israelí es ser colaboradora para la paz y precautelar el escalamiento del conflicto entre Israel y Palestina. Con su voto dio una bofetada a la nación que la acogió con los brazos abiertos. Parece que la señora Abad no está enterada de que los palestinos tienen una animadversión milenaria con los israelitas.

Por su lado, Israel envió este mensaje contundente a los embajadores de los países que votaron a favor de Palestina: “Un gesto político hacia los palestinos y un llamamiento a reconocer a un Estado palestino -seis meses después de la masacre del 7 de octubre- es una recompensa al terrorismo. Israel no aceptará la creación de un Estado terrorista que ponga en peligro a sus ciudadanos”.

Si a estas alturas Abad no ha conseguido un acercamiento con Noboa, y sumado a la metedura de pata en la ONU, tiene dos opciones. O se abstiene de quejarse a medio mundo sobre lo desafortunada que es su situación, o se llena de amor propio y renuncia.  (O)