El calendario marca el ritmo del ser humano, de su cultura y de su sociedad. El calendario juliano, del año 46 a.c., llamado así, en honor al emperador Julio César. Luego viene el calendario gregoriano, nace la fijación de fechas y de fiestas y es así que, el día final del año, marca el inicio del año siguiente, con su consiguiente celebración. Fiesta para el regocijo y el balance que establece el ser humano, entre lo vivido y lo que queda por delante. La elaboración de monigotes, que representan al año viejo, es significativo y conlleva gran simbolismo. El surgimiento de esta tradición se remite al S. XVIII y comienzos del S. XIX pero, es en 1895, con el gobierno de Eloy Alfaro, cuando se difunde en nuestro país, esta costumbre de quemar lo anterior, todo lo malo del año que concluye. Esta práctica de la quema se origina en el periodo de la fiebre amarilla que aflige a Guayaquil y fue mandatorio quemar la ropa de los fallecidos con este mal, para evitar su propagación. Es así que, nace la costumbre de los monigotes y la idea de quemar lo malo del pasado, del año que concluye. Hoy, la quema de los años viejos se enlaza con figuras de la política y de personajes adversos a la suerte del país. ! Se acaba de quemar con vehemencia, al año viejo de 2019, formulando votos por un mejor año 2020, ¡para cada uno de los ecuatorianos! !Feliz Año Nuevo! (O)
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