Las editoras y librerías grandes -Edibosco, Velásquez y Velásquez, Libresa, LNS, Española. etc.- tenían a la Feria Internacional del Libro de Quito agendada para noviembre, pero los movimientos sociales de octubre obligaron a su postergación, por ello, no concurrieron al Centro de Convenciones Metropolitano, en el Parque Bicentenario, antiguo aeropuerto quiteño, cuando se desarrolló, efectivamente, del 18 al 22 de diciembre.
Algunos lo sintieron como un boicot de las empresas libreras, otros trataron de entender que los calendarios de ventas tienen su propio peso en vísperas de Navidad.
Sea lo que fuere, la FIL tuvo buen desarrollo, públicos, hermosos espacios de exhibición y ventas (más de cien), e innumerables acciones de cultura: mesas redondas, presentaciones de obras, conferencias, manifestaciones teatrales y, complementariamente, entre otros, el extenso “Laberinto” de Jorge Luis Borges, mezcla de textos en gran formato e imágenes y la muestra del célebre Daniel Mordzinski (“Fotógrafo de escritores”), sobre unos 40 autores ecuatorianos, con algunos retratos, por decir lo menos, desconcertantes.
Mucho que ver y oír, libros nuevos, libros viejos, infantiles, juveniles, de todo; pero no faltaron las quejas de quienes lo poseen todo, me imagino, y no hallaron nada que comprar, según su expresión, reproducida por la prensa. A lo mejor muchos “best seller” no había, no lo sé.
Entre los “stand” más atractivos: el Check de los Comisariatos del Libro, el de la Biblioteca Espinosa Pólit, el de Salazar Editores, el extenso de la Cámara Ecuatoriana del Libro, los de Academia Nacional de Historia, Casa de la Cultura -precios bajísimos de las obras-, el de Conde Mosca, y otros. Cactus Pink, Editores Independientes, El Ángel, y unos pocos más, mostraron su esfuerzo difusor. Destaco el puesto individual de Alexandra Moreno, con su último y precioso libro infantil.
Hubo numerosos invitados -70 autores nacionales, cifra inédita-, entre ellos, Sonia Manzano, que recibió un homenaje del Ministerio de Cultura, y no pocos internacionales, entre los más notables, el gran escritor colombiano, William Ospina, nombre de trascendencia, y el narrador mexicano Alberto Chimal, talentoso creador de extraordinarios relatos fantásticos. (O)