Era 1981: Amistad Club participaría por última vez en el concurso de disfraces y comparsas que organizaba Radio Cuenca. Los socios vestidos de payasos y escenificando a los personajes del Chavo del 8, quienes aún no superaban los 40 años de edad, no se imaginarían que tres décadas después sacarían a flote el lado artístico de los cuencanos.
En 1982, los socios de Amistad Club se dijeron: por qué no hacer un concurso de años viejos y de disfraces. Ya desde la década del sesenta del siglo pasado, entre diciembre y enero, las noches de Cuenca eran una fiesta. Las familias se paseaban cargando un instrumento y entonando una canción para luego ingresar a un salón y bailar.
Mientras los que no sabían entonar una canción se vestían como los personajes de ese entonces y de los personajes de leyendas. Sin embargo, esa tradición de ser el otro, poco a poco se estaba perdiendo, por lo que Amistad Club tomó la decisión de organizar un desfile de disfraces.
El camino hacia la Mascarada
En el primer desfile no hubo más de 800 personas, según recuerda el actual presidente de Amistad Club, Luis Chiriboga. Aun así, el ambiente que se vivió en el trayecto ya era diferente al pasado. Los disfrazados se habían reunido en el parque San Blas para caminar por las calles adoquinadas y dirigirse hasta San Sebastián.
En aquel entonces había dos desfiles: uno que se realizaba en las primeras horas de la tarde y otro en la noche. En la tarde había júbilo por el evento, y en la noche aún más debido a que el trago ya hacía de las suyas. Ante ello, se suprimió el desfile de la tarde y se mantuvo el de la noche.
La primera sorpresa que se llevó Amistad Club, y desde entonces todo cambiaría, fue cuando se inscribió la universidad UNITA.
“Nos sorprendemos porque por primera vez se inscribe una institución. Antes uno solo veía a familias, pero ver a una universidad no era lo que esperábamos. Jamás nos imaginamos que muchas personas se sumarían a lo que se convirtió en una fiesta”, dice Luis.
En las nuevas ediciones también se uniría la Universidad de Cuenca a través de sus distintas facultades. Y lo que un principio solo había entre 10 y 15 personas por grupo, aparecieron los grupos compuestos por más de 100 personas solo para representar a un tema.
Hasta los primeros años del siglo XXI se había mantenido el clásico recorrido: parque San Blas-parque San Sebastián. Sin embargo, en la algarabía, los participantes empezaron a trepar los árboles del parque Calderón, por lo que se decidió organizar el desfile en la avenida Solano, en donde, se destruyeron las plantas.
En ese lapso de tiempo también había surgido otro problema grave: el famoso “sanduchito” que no era más que una excusa del desfile para acosar a las mujeres que eran espectadoras. Para solucionar aquello, los socios de Amistad Club, que siempre se vestían de payasos en el evento, se organizaron para identificar a los acosadores.
En uno de los desfiles supieron que un grupo de hombres se preparaba para el “sanduchito”, y antes de que se cometiera el acto, los payasos con la conocida “morcilla” golpearon a los acosadores, y santo remedio, como dicen los organizadores, no se volvieron a registrar las denuncias de acoso.
Máscara Dorada
Hace un poco más de una década, el concurso de disfraces pasó a llamarse la Mascarada, y con ello llegó la Máscara Dorada, el premio máximo del desfile. La empresa encargada de elaborarla es Trofesa, con base a un molde que se adquirió en el exterior.
La máscara está lista para el nuevo desfile que se realizará esta tarde, a partir de las 18:30. Lo único que falta es el nombre del ganador, que será escogido en los próximos días, luego de una evaluación de todos los participantes, que hasta ahora son 19.
“Nunca imaginamos que aglomeraríamos miles de personas en un evento. Nosotros solo lo hicimos para mantener la tradición de quienes hacían ya los desfiles, pero estamos contentos y tenemos la esperanza de que los socios más jóvenes mantengan esta tradición con la gente de Cuenca”, dice Luis Chiriboga, quien espera dejar de ser presidente para volver a vestirse de payaso y ser parte de las comparsas. (AWM)-(I)