Diversas organizaciones humanitarias que operan en Irak han tenido que suspender sus actividades temporalmente, reubicar a su personal o elaborar planes de emergencia como consecuencia de la reciente escalada de tensión en Oriente Medio, que también amenaza a la población local más necesitada.
En un país arrasado por décadas de conflicto, la reciente escalada de tensión tras los ataques de Estados Unidos e Irán en suelo iraquí pone en riesgo a los más de 4,1 millones de habitantes que requieren ayuda humanitaria, denuncian varias ONG.
Después de la muerte del poderoso general iraní Qasem Soleimaní en un bombardeo estadounidense en Bagdad el 3 de enero y la respuesta de Teherán el día 8, algunas organizaciones y agencias humanitarias han tenido que tomar medidas de precaución.
«La muerte de Qasem Soleimaní evidentemente ha afectado nuestras operaciones», asegura a Efe una representante de la misión de Naciones Unidas en Irak (UNAMI), Marta Ruedas.
Según Ruedas, alrededor de 1,4 millones de personas reciben apoyo humanitario en Irak, de las cuales «entre un tercio y la mitad se verían afectados de manera directa o indirecta» por los últimos acontecimientos en el país.
Por su parte, Helen Baker, encargada de prensa del Consejo Noruego para Refugiados (NCR) en Irak, dijo a Efe que un incremento de las hostilidades es «lo último que necesitan los civiles» de un país en el que al menos 700.000 personas están viviendo en «refugios de emergencia» tras haber tenido que abandonar sus hogares.
Por su parte, Oxfam Intermón también advirtió que el conflicto entre Washington y Teherán está restringiendo el trabajo humanitario en Irak y que la organización se vio obligada a suspender el reparto de ayuda en diversas zonas del país árabe.
Si la ONG no pudiera reanudar pronto esa entrega, unas 100.000 personas, del más de un millón a las que asiste Oxfam, se verían afectadas.
La organización ha pedido a su personal que trabaje desde casa «para no exponer al equipo a riesgos innecesarios», aseguró a Efe el vicedirector de Oxfam en Irak, Atif Ismail.
Aun así, aseguró que no han dejado de operar y tampoco han evacuado a ningún empleado, aunque ofrecieron a dos ciudadanos estadounidenses la posibilidad de salir del país, en medio de un creciente sentimiento antiamericano entre los sectores chiíes más próximos a Irán.
De acuerdo con el último informe de Naciones Unidas, la gran mayoría de personas en situación de necesidad se concentran en las provincias del norte y centro de Irak como Nínive, Al Anbar y Saladino, donde las misiones humanitarias centran sus esfuerzos.
En estas áreas, que estuvieron ocupadas por el grupo terrorista Estado Islámico entre 2014 y 2017, hay además una fuerte presencia de las milicias que integran la agrupación armada chií Multitud Popular, varias de ellas respaldadas por Irán y acusadas de atacar intereses estadounidenses en Irak.
La representante de UNAMI denunció que estas milicias controlan algunos puntos de acceso de la ayuda humanitaria en las provincias norteñas, donde dificultan el paso a las ONG y «han tomado una posición más contraria hacia todos los extranjeros. En primer lugar, los norteamericanos».
Por su parte, el presidente de la Media Luna Roja iraquí, Yasin Ahmed Abás, aseguró a Efe que después de los últimos acontecimientos la organización se está preparando para «el peor escenario» porque «cada enfrentamiento político o militar repercute en los grupos más vulnerables».
La Media Luna cuenta con alrededor de cien oficinas en todo el país y por el momento no ha interrumpido su actividad, aunque ha activado un mecanismo de crisis, en parte «para alertar a los socios extranjeros», según Abás.
También la ONG Mercy Corps está monitoreando la situación y está trabajando en un «plan de medidas extraordinarias para diferentes escenarios», aseveró a Efe uno de los portavoces del grupo, Wildrid Dinnick.
Las organizaciones humanitarias no prevén que las circunstancias en las que operan vayan a mejorar, al menos a corto plazo.
«Con los eventos que se han producido, asumimos que la situación va a continuar igual por un tiempo. No es algo que vaya a terminar pronto», lamenta el representante de Oxfam. EFE