He llegado. Las luces nos dan la bienvenida, nos alegran de alegría la vida. Son como luciérnagas de multicolores que se apagan y se encienden, titilan como los latidos del corazón que saltan también de regocijo, de algarabía. Otras luces permanecen encendidas todo el tiempo, para no apagarse nunca, para que no se extinga la fe, la luz, la vida… La noche se hace luz, la obscuridad se vuelve día…
Es sábado, 28 de diciembre, 2019. Son la 20h29. Estoy en Paute, en la provincia del Azuay. He viajado desde Loja a las 15h00 en una buseta rumbo a Cuenca. A las 18h25 llegué a la capital de los azuayos. Luego tomé un bus intercantonal en el terminal terrestre. El conductor del bus hizo 45 minutos aproximadamente dejando y recogiendo pasajeros en la carretera. Ahora estoy aquí exclusiva y directamente desde Loja admirando la magia de los quicuyos, de las luciérnagas eléctricas que alumbran sin descanso el camino, la noche mágica pauteña.
Me detengo contemplando las luces que como estrellitas están colocadas a lo largo de los ríos Paute y Yanuncay, alguien así me comenta. Se escucha el bramido del río que se confunde con una sinfonía natural de música sublime, celestial para los oídos.
La mayoría de los visitantes son turistas del Azuay. Así lo sé, por su acento y lo he comprobado cuando les he preguntado por alguna dirección, me han respondido que desconocen, porque no son de Paute.
La gente se detiene. No hay apuro, contempla admirada cada detalle. Se toma fotos, nos tomamos fotos. Hacen videos, hago videos. Cada vez llega más gente. Es un paseo familiar, nocturno, acompañado por la mejor compañía de las luces que se extienden a lo largo y ancho por la calle Huayna Capac. Las mascotas también son parte de las luces. Sus dueños les toman fotos. Y también ellas lucen radiantes, espléndidas. Mueven sus rabitos de alegría total. Así también las mascotas son felices con sus pulgas y ladran ladridos de felicidad.
No hace frío. Son las luces que nos abrigan, que nos brindan un cálido y abrazador abrazo a propios y extraños, pero nadie es extraño, todos somos como si hubiéramos nacido en Paute, como si el acento, el aroma, nos convierte únicos, eternos… En estos momentos nos acompañan también nuestras sombras para no desprenderse de nuestras vidas, para alegrarnos el recuerdo, iluminarnos el corazón.
Las luces nos irradian felicidad. Se demuestra y se resalta en el brillo de la sonrisa de las personas que se iluminan, tienen un brillo particular. Observo también los ojos de las personas que alumbran un destello especial. Son como gotas de lluvia que esparcen chispas de esperanza, de bonanza, de rebosante alegría. Hago un video con mi celular. Y veo como los foquitos se asemejan a una cortina de colores fucsia que se abre y se cierra, y se forma en la punta de los foquitos, como luceros que se reencuentran en un triángulo o una pirámide invertida o un acordeón. Es eso lo que miran mis ojos. Será la emoción del momento que hacen que la imaginación se extienda más allá de la realidad. Cada uno interpreta a su manera las luces que iluminan nuestros ojos de regocijo enorme. En nuestros ojos hay lluvia de luces, de gozo, destellos de amor…
Los árboles se arropan desde las raíces, los tallos, las hojas con luces brillantes, multicolores. Algunos árboles visten como si tuvieran bufandas luminosas, otros árboles parece que portaran camisas de colores fluorescentes. Hay otros árboles que en sus hojas llevan puestos como si fueran guantes, gorras azules, moradas, verdes, fucsias… y otros colores de luces inimaginables. Este es el nuevo ropaje navideño que tienen los árboles de Paute, el ropaje multicolor de luciérnagas de luces eléctricas que se apagan y se encienden. Así se reinventa, se alegra la vista, la vida.
Hay varios puentes en donde el ingenio de la gente ha creado techos de luces que como una gran manta luminosa se desprenden madejas de multicolores que alumbran el paso firme, seguro de quienes nos encontramos en este fantástico lugar de ensueño, de magia, de anhelos, de ilusión…
Las luciérnagas eléctricas esparcen su luz para que nadie apague su brillo. Cada quien irradia su propia luz, en nuestros ojos, en nuestras manos, en nuestra alma, en nuestro rebosante corazón…
Valió la pena llegar hasta aquí. Los hábiles electricistas han colocado las luces como luceros que se dispersan en el firmamento, como si fueran estrellas caídas del mismo cielo se convierten en cascadas de luces que resplandecen con su titilar a todos quienes nos encontramos observando la naturaleza conjugada con las ideas creativas de la gente de Paute, y hacen del juego de luces, el milagro de la navidad.
Sigo caminando y me encuentro con una casita pequeña que se asemeja a una casita de chocolate blanco, adornado con los colores verde y rojo de la navidad. Los niños, las niñas, las parejas, las familias aprovechan para tomarse las fotos, que son gratis. Nadie paga. Ahí mismo se encuentra la figura de Papá Noel, pero no tiene rostro. Es el rostro de cada uno de nosotros, que asomamos nuestra cara y le damos vida a Papá Noel con nuestros ojos, nuestras cejas, con nuestra propia respiración y parece que se riera con su risa gruesa y fuerte de jojojojooo. Los más pequeños disfrutan de estos momentos mágicos. No son los únicos. Todos a nuestra manera disfrutamos de la magia navideña, de las luciérnagas eléctricas que alegran hasta al mismo Dios.
Este lugar es de ensueño, como si estuviéramos viviendo en un cuento de hadas, donde todos somos buenos, generosos, solidarios, amorosos. Donde no existe la maldad, los villanos, los monstruos, y si los hay también los monstruos son seres de luz, bondadosos, amigables, no sólo de los niños, de las niñas, sino de todos quienes nos encontramos caminando a nuestro ritmo, despacio, contemplando hasta el último detalle de las luces que se encienden para que esa luz permanezca viva por siempre en nuestra memoria, en el recuerdo, en nuestro corazón. Todo es luz, que es la esencia misma de la vida, del amor.
De algunos árboles cuelgan velas, cuyo perfil se encuentra encendido por varios foquillos. Hay también estrellas de luces, no son fugaces, algunas penden de los árboles, otras estrellas descansan en la acera, en el césped. Y es como si fueran collares de luces que adornan el paisaje multicolor de este encantador Paute, convirtiéndose los árboles, en joyas vistosas, apreciadas, invalorables de millones de luces de luciérnagas que nos hacen compañía.
He conversado con un señor, quien me explica que son un millón y medio de focos, que fueron colocados durante dos meses aproximadamente. Es un kilómetro de luces que alumbran los ríos Paute y Yanuncay. Me cuenta también que existe la propuesta de que las luces permanezcan hasta el 26 de febrero del 2020, que es la fiesta de Paute y que coincide también con las fiestas de carnaval. Es la primera vez que Paute se viste de luces por las fiestas de Navidad y de Año Viejo con luces radiantes, aunque antes con menos focos Guachapala ya lo hizo, es otro cantón de la provincia del Azuay, en donde fue autoridad el actual alcalde de Paute, quien vivió algunos años en los Estados Unidos y trajo esta idea de allá, me dice el abogado, quien reconoce mi acento lojano, toda vez que conoce Loja porque estudió leyes a distancia, graduándose de abogado en una universidad lojana. Además, hizo la conscripción en Loja, en los “Cazadores de los Ríos”. Luego lo enviaron a Quito. Finalmente regresó a Loja al cuartel “Cabo Minacho” donde concluyó su servicio militar. Habla de Loja con emoción. Retomamos la conversación sobre las luces y afirma que esto es apenas el comienzo. Y le creo.
Pero no sólo hay luces que iluminan la noche. El Municipio a las 19h00 ha organizado un espectáculo de caballos de paso. Y miro la majestuosidad, la nobleza de los caballos. Un joven me dice que algunos son caballos árabes, otros son caballos peruanos, y que algunos caballos pertenecen a una hacienda azuaya. Tomo algunas fotos a los caballos y a sus jinetes que están esperando su turno cuando les toque cabalgar por la cancha del coliseo de Paute.
Ingreso al coliseo donde hace pocos minutos ha concluido el espectáculo de caballos de paso. Han colocado en la cancha del coliseo abundante tierra amarilla. Entiendo que sólo así se realizó el espectáculo de los gallardos caballos de paso. Es el ingenio, la iniciativa de su gente, de sus autoridades que hacen la diferencia por estas fechas.
He salido del coliseo y miro a una joven mujer jinete quien con maestría dirige las riendas de un caballo blanco sucio. Es todo un espectáculo mirarla y como su caballo de paso con elegancia trota marchando por la pista improvisada del parque infantil. Ahora mis ojos se dirigen hacia un borrachito que desea subir a un caballo. Lo intenta varias veces pero no lo consigue. Finalmente es ayudado por dos personas quienes le ayudan a montar en el caballo, que es conducido por un joven jinete con bastante experiencia. Y los veo como se alejan cabalgando iluminados por sus propias sombras.
Esto acontece a las 22h38 en el parque infantil mientras “Los Soneros” de Cuenca con su música hacen bailar a la gente, así me confirma el nombre de la orquesta, una señora que ha llegado desde Gualaceo con su familia. Después se presentará en pocos minutos el imitador del cantante argentino Sandro, ahora quien me lo dice es una señora que vende chicles, caramelos, cigarrillos…
Ahora me encuentro en el parque principal de Paute y veo que existe un bombillo gigante que se encuentra como descansando en el piso del parque. La gente se toma fotos y hay algunos que ingresan dentro del bombillo que alumbra con su propia luz. Parece que hemos llegado para encontrar o reencontrarnos con nuestra propia luz, para que no se apague, para que reviva como el fuego interno que nos ilumina nuestra vida. Y así esparcir nuestra luz, nuestros destellos a los nuestros, al cosmos, al infinito.
Paute, la luciérnaga del Azuay, así la bautizo con este nombre, rebosa de regocijo. Si alguna vez se apagó, o dejó de alumbrar, de brillar nuestra luz, aquí la luz se siente, se fortifica, se enciende con fuerza, fluye con toda su energía por nuestros poros, por nuestras venas, por nuestra sangre. Se ilumina el aura, el amor; resplandece Dios…
En Paute, la vida se viste de luz.
Por: Diego Alejandro Gallegos Rojas
godiescritor@gmail.com
Escritor lojano.