Hasta antes del accidente, Erick Zhagüi solo era conocido en Sauces de la comunidad del Pongo, un lugar recóndito que está a 16 kilómetros del centro de Girón, y en la escuela unidocente Serafín Abad, a la cual asisten 13 niños, que a diario tienen que movilizarse en vehículo porque no tienen de otra: la escuela está alejada de sus viviendas.
Y de hecho, por esa misma razón, entre tantas otras que se desencadenarían después, se dio el suceso que le daría el reconocimiento que nadie se imaginó.
El 13 de diciembre, un vehículo Vitara retornaba a sus hogares a ocho niños. Cerca de cumplir el objetivo diario, la mujer que manejaba el automotor perdió el control del volante, y el vehículo rodó por una pendiente.
La mujer, según Erick, salió del Vitara y se perdió entre la vegetación de la comunidad. Los niños lloraban desesperados por la situación que fue controlada por Erick: el pequeño intentó romper el vidrio de la ventana para que los pequeños salieran. El niño de diez años dio tres cabezazos al vidrio y este se partió.
Uno a uno los compañeros de Erick, entre ellos estaba su hermano menor, dejaron el carro atrás, a excepción de uno, que había fallecido. Aun así, Erick tuvo que cargar ese peso y continuó ayudando a quienes conocía de toda la vida.
El niño policía
Mucho antes del accidente, la profesora les había hecho la pregunta que siempre les hacen a los niños: “qué les gustaría ser de grandes”. El niño Erick había respondido que quería ser policía.
“A nosotros también nos decía que quería ser policía. Le preguntábamos por qué, y él nos decía que quería ayudar, que quería llegar a salvar a sus amigos, a la gente. Quería atrapar a ladrones. Me decía que también le gustaba los vehículos de la policía y el traje que usaban”, dice Luis Zhagüi, padre de Erick.
Cuando el trágico suceso se hizo eco, también se extendió las ganas que tenía Erick de ser policía. Y su sueño fue cumplido por la propia policía azuaya, quien no solo lo vistió como tal, sino lo convirtió en comandante por un día a través de un acto que empezó ayer, al amanecer.
A las seis de la mañana, una patrulla se estacionó fuera de la vivienda de la familia Zhagüi. Los jefes policías le entregaron al pequeño su uniforme. Erick se vistió, al igual que toda la comunidad porque había sido invitada a ver cómo su vecino sería designado como comandante. Posterior a ello, todos fueron trasladados hasta Cuenca.
En la ciudad, antes de recibir vítores y regalos, como primer acto a Erick le colocaron sobre sus hombros las insignias que lo convirtieron en comandante por un día. El niño, como cualquier otro, estaba nervioso, y la única frase que logró completar estuvo relacionada con la respuesta a la pregunta ¿por qué quieres ser policía?: “porque quiero ayudar”
El pequeño Erick hizo formar a sus subalternos y luego se colocó junto a los coroneles de policía para escuchar varios enaltecimientos hacia él. El comandante de la zona 6, Fausto Olivo, prometió que estarán pendientes para que Erick se convierta en policía cuando termine el bachillerato.
Mientras que Mario Castro, jefe de la Subzona del Azuay, dijo que se estaba llevando a cabo todos los trámites para que el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social declare a Erick Héroe Nacional. El comandante agregó que la ministra María Paula Romo había planificado estar en el evento para entregarle una “sorpresa” a Erick, sin embargo Romo no llegó a Cuenca por un “inconveniente de última hora”.
Culminada la ceremonia, los padres de Erick dijeron estar orgullos de lo que había hecho su hijo y de su posesión como comandante de policía.
“Estoy orgulloso de todo esto, pero yo estoy más feliz porque todavía tengo a mis hijos con vida. Ellos pudieron haber muerto en el accidente, pero están vivos y eso no se compara con nada”, dijo el padre de Erick. (AWM)-(I)
Donación
El Municipio de Ponce Enríquez, como parte del reconocimiento a Erick, donó diez computadoras portátiles a la escuela Serafín Abad.