Aunque su entrada en México estaba prevista para este domingo, miembros de la caravana migrante en la frontera de Guatemala anunciaron que postergarían su cruce hasta la mañana del lunes porque aún esperan a otros compañeros, con los que calculan sumar entre 5.000 y 8.000 personas.
El municipio guatemalteco de Tecún Umán calculó la presencia de 2.500 personas que permanecen en la Casa del Migrante y campamentos extraordinarios, aunque otros migrantes, como Otulio Bautista, descansan en el puente Rodolfo Robles, que una Guatemala con el suroriental estado mexicano de Chiapas.
«Le pedimos a México que nos apoye. Nosotros vamos pacíficamente, no vamos a pelear, vamos tranquilos porque en nuestro país ya no aguantamos el hambre, la falta de trabajo, el gobierno. Es mucha corrupción. Tenemos que emigrar del país», expresó el hondureño en entrevista con Efe.
El migrante descansaba junto a sus compañeros en el puente fronterizo, donde había tranquilidad y paso regular tras el altercado ocurrido el sábado, cuando la Guardia Nacional mexicana restringió el acceso y roció gas lacrimógeno a decenas de centroamericanos que intentaron entrar en territorio mexicano a empujones.
Después, a lo largo del mismo día, 821 hondureños, 38 guatemaltecos, 19 salvadoreños y tres nicaragüenses cruzaron por el paso fronterizo hacia Chiapas, informó el Instituto Nacional de Migración de Guatemala.
Los migrantes que permanecieron en Tecún Umán, en su mayoría contaron a Efe que pretenden llegar a Estados Unidos, contrario a la condición que impuso el Gobierno mexicano, que ofreció asilo y empleo a los centroamericanos, pero solo para trabajar en la zona sur del país y sin derecho a cruzar la frontera entre México y Estados Unidos.
«Le están mintiendo al pueblo. No confiamos porque son mentirosos, por decirlo así, a los hondureños casi nadie los apoya», afirmó a Efe Alejandro Flores, un adolescente de 17 años que viaja solo porque está amenazado de muerte por las mismas pandillas que asesinaron a su padre.
La desconfianza del joven coincide con la denuncia del Colectivo de Observación y Monitoreo de Derechos Humanos del Sureste Mexicano, que en un comunicado acusó a las autoridades migratorias de generar tensión e incertidumbre entre los migrantes por la falta de claridad de su política migratoria.
La agrupación señaló como factores de preocupación el aumento de presencia de la Guardia Nacional, con 600 elementos tan solo en El Ceibo, en el vecino estado de Tabasco, y la falta de información sobre las estaciones migratorias en las que, presuntamente, permanecen los centroamericanos que entraron bajo las reglas de México.
En tanto, del lado de Guatemala, el Gobierno se coordinó con organismos internacionales para establecer unidades médicas y campamentos emergentes ante la saturación de la Casa del Migrante, con capacidad para 400 personas, expuso Ramiro Quezada, especialista de salud del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
«Va a depender mucho de la negociación que haga el Gobierno de Guatemala con el Gobierno de México. Lo que están ahorita haciendo es negociando para ver qué tipo de forma tienen para que esta gente pueda continuar el camino que han pensado desde que salieron, ya sea de Honduras o de El Salvador», describió el experto.
El experto advirtió la presencia de menores de edad no acompañados y madres con niños de apenas un mes de nacido, por lo que se necesita atención médica especializada y la regulación de los menores de edad.
«Por lo regular en las caravanas, la gente, como viene caminando, viene con sus pies con muchas lesiones, la gente viene con deshidratación, y en el camino puede ser que adquieran algunas enfermedades, como diarreicas, respiratorias, puede haber un golpe de calor», dijo en uno de los campamentos.
Un grupo de migrantes hondureños salió el miércoles pasado hacia la frontera con Guatemala, como parte de una caravana que se dirige hacia Estados Unidos después de una convocatoria hecha a través de redes sociales.
Este fenómeno recuerda a lo ocurrido en octubre de 2018, cuando diversas caravanas de miles de migrantes entraron en México huyendo de la pobreza y la violencia con el objetivo de llegar a territorio estadounidense, lo que provocó tensiones entre el Gobierno mexicano y el de Estados Unidos.
Ambos países llegaron a un acuerdo en junio de 2019 por el cual Estados Unidos retiraba su amenaza de imponer aranceles a los productos mexicanos a cambio de que el Gobierno mexicano desplegara la Guardia Nacional en la frontera con Guatemala para frenar el flujo migratorio. EFE