Difundir investigación

Nancy Negrete Martínez

Lo importante de participar en la publicación de artículos científicos es aportar con conocimientos nuevos; sin embargo, todo aporte resulta infructuoso si no es recibido de manera adecuada por el público destinatario. Es decir, hay artículos científicos que no están redactados con total claridad, cuyas contribuciones se ven limitadas a ese pequeño grupo de colegas del autor que dominan el tecnicismo, sin cumplir con el axioma de la ciencia que es el de ser publicado y entendido.
Lamentablemente, ante esta comunicación fracasada, los resultados finales de las investigaciones se pierden por la carencia de interés del autor (es) de hacer efectivo un proceso de difusión eficaz, dejando contribuciones incomprensibles y hasta inconclusas; de allí, la necesidad de contar con un lenguaje apropiado, preciso, pertinente y con canales de difusión científica adecuados.
Para Gerard Piel, “sin la publicación, la ciencia está muerta”. Efectivamente, los aportes científicos deben ser divulgados para que se puedan discutir los argumentos, evaluar los experimentos, analizar los procesos metodológicos, intelectuales y estar disponibles, sin restricciones, para que esa divulgación sea probada, comprobada y utilizada las veces que sean necesarias.
Cabe recordar que desde que aparecieron las dos primeras revistas científicas, en 1665, al momento se cuenta con unas 70 mil revistas técnicas y científicas en todo el mundo, en donde los espacios de difusión se han vuelto muy demandados como para desperdiciarlos en contenidos redundantes, inútiles o con incesante verbosidad.
Por otro lado, hay aportes valiosos que no siguen el proceso de divulgación por el canal adecuado y los aportes científicos quedan sepultados en resúmenes de reuniones, charlas, simposios, congresos, talleres, documentos o libros de circulación muy limitada. (O)