La actitud de algunos legisladores con motivo del pedido de juicio político a la Presidenta del Consejo Nacional Electoral ha reavivado las críticas contra la política entendida, no como servicio a la comunidad, sino como pactos y componendas. Sin entrar al tema de fondo- el juicio político- la realidad es que algunos legisladores prefirieron hacer jugadas políticas antes que afrontar un pronunciamiento sobre el tema. Es el caso por ejemplo de legisladores que eludieron su responsabilidad de pronunciarse a favor o en contra del tema tratado y optaron por delegar a suplentes para que emitan un voto que debió ser asumido por la titular considerando la gravedad del tema.
La política entendida en su sentido más amplio se refiere al buen gobierno y está estrechamente ligada a la ética. Se entiende que quien aspira a ejercer funciones directivas en el gobierno de la comunidad debe estar revestido de una alta calidad moral de manera que en caso de llegar a esas funciones las ejerza pensando solamente en función de los gobernados y no de los intereses particulares de él. Desgraciadamente entre la finalidad de la política y la práctica, de muchos de quienes se dedican a esa actividad, hay una distancia enorme que es a veces un abismo.
Innumerables casos de los últimos años muestran que lamentablemente muchos de quienes se dedican a la actividad política lo han hecho pensando más en sus intereses personales antes que en los de la comunidad a la que dicen servir. Los casos de corrupción denunciados y muchos de ellos comprobados son lo opuesto a la verdadera política y se acercan más a la delincuencia. Por eso es que buena parte de la ciudadanía en países como el nuestro repudia a la política y a quienes la hacen. Recuperar la credibilidad y la verdadera función de la política es una tarea urgente que deben hacer quienes aspiran a devolver a esa actividad su verdadero sentido de servicio a la comunidad.