Bajo el nombre genérico de peste, se agruparon diversas enfermedades cuyas características no siempre eran lo suficientemente marcadas como para diferenciarlas.
Uno de los factores más relevantes en la historia de los pueblos, es la existencia de pestes o plagas que atacaban más o menos simultáneamente y en forma imprevista con poblaciones urbanas y rurales, y que iban expandiéndose más y más por vastos territorios, dejando tras ellas, muerte, pobreza, y desolación.
Conviene señalar la importante interrelación entre peste y grado de desarrollo. El mal se difundía con más rapidez si se estaba en una etapa de auge de las ciudades y, por consiguiente, de mayor hacinamiento humano; si había más comercio, y desplazamiento de más personas, por nuevas y más ramificadas vías de desplazamiento por tierra y mar. Toda la información disponible indica que la peste hacía sus víctimas entre los más pobres y mal alimentados. Los burgueses y los nobles, además, tenían la posibilidad de abandonar la ciudad apestada.
Estaba difundida la creencia de que la plaga era socialmente discriminatoria. La muerte nivelaba eliminando amplísimos bolsones de miseria. El aislamiento de una ciudad era condenar a sus habitantes a enormes penurias físicas, económicas y psíquicas, a las cuales difícilmente podían resistir. Las sociedades vivieron bajo la amenaza del flagelo, frente a la muerte lamentándose por la caducidad de la vida, por la ruina de la belleza, por el fin del poder y de la gloria.
Pero, así como se procura huir de la muerte, se quiere, por un mecanismo compensatorio, aprovechar al máximo el plazo de vida, que puede ser fugaz. De aquí esta desaforada búsqueda del placer, tan paradójica en una sociedad cristiana. Esta actitud se exacerba cuando la muerte bajo la forma de peste acecha con certeza a todos, cuando la peste es concebida como castigo de la divinidad sobre los hombres pecadores.
La peste ha motivado a su vez a grandes escritores, desde Homero en la antigüedad, hasta Albert Camus en nuestros días. Pero los hombres olvidan pronto; aún los libros de historia, suelen decir muy poco acerca de la inmensa miseria causada por la peste, limitándose a mencionar de pasada, que la peste cegó con su guadaña, la vida de la mitad de los pobladores de la tierra. (O)