De heroínas y seres anónimos nos toca escribir y también hablar en el marco de la conmemoración del bicentenario de independencia para este 3 de noviembre de 2020.
Dentro de la historia no contada en la bibliografía oficial de nuestra Cuenca y con relación a las mujeres que apoyaron el proceso de separación de España, de primera mano nos vienen las “guarichas” sobre las que en otro momento comentamos, pero que tienen el mismo cordón umbilical con aquella a la que nos referiremos de seguido:el anonimato.
Y es que el papel de la mujer en la gesta de la independencia fue más relevante de lo que suele reconocerse en los textos de historia y en la tradición oral. Ahí está de cuerpo entero en esa “zona de sombras” Susana Bobadilla quien a decir del libro de actas del Cabildo de Cuenca el 2 de abril de 1822 se hizo presente ofreciendo proveer con las raciones de pan a las tropas y hospitales al fiado. Su oferta fue aceptada y el Cabildo ordenó que el nombre de la patriota Susana Bobadilla se fije en carteles en los lugares públicos de nuestra ciudad. Entendemos así se hizo, pero sobre su gesta solo el viejo libro de actas.
Y es que la Batalla de Pichincha cierra el proceso independista. Al margen de la discusión de la fecha de independencia de Cuenca, noviembre de 1820 o febrero de 1822 pues resulta irrelevante a esta edad de la patria, el Municipio de Cuenca con ocasión del bicentenario debe rendir tributo a Susana Bobadilla, la “Panadera de la Independencia”.
Es menester señalar, que, si en general los hombres asumieron el papel de la organización armada, los combates y los acuerdos, las mujeres tomaron el papel de agitadoras -he ahí Manuela Sáenz y Rosa Campusano-, consiguieron víveres para alimentar a soldados, cuidaron sus heridas, remendaron sus vestidos y donaron en algunos casos sus bienes a la causa. (O)