Sí, tremenda silbatina la que se escuchó hace pocos días en la “noche colorada”, cuando el “maestro de ceremonias”, no sabemos si por iniciativa suya o porque constaba en el programa, anunció la presencia en el estadio del Alcalde de Cuenca y la del Prefecto del Azuay, recibiendo una formidable rechiflada por parte del público presente, que seguramente causaron incomodidad a las mencionadas autoridades civiles (no deportivas). Lo acontecido genera algunas lecturas y elucubraciones como que: no se puede mezclar lo deportivo con lo político; inexperiencia de los dirigentes al querer posiblemente engrandecer un encuentro deportivo o “metedura de pata” del personaje encargado de presentar el espectáculo; un llamado de atención a la autoridad, con reacción ciudadana espontánea posiblemente de rechazo ante la falta de resultados esperados e incumplimiento de propuestas; un escarmiento para evitar los “baños de popularidad” sobre todo de políticos en escenarios no idóneos para el caso; y, algo positivo, que la afición acudió específicamente a apoyar a su “cuenquita” para soslayar aunque sea por unos momentos la triste situación que vive la ciudad y el país entero ante tanto engaño y corrupción.
Lo suscitado nos recuerda al circo romano, con espectáculos programados para divertir al pueblo como un ardid para escapar de la nefasta realidad; a la sazón, algo parecido acaba de implementarse en el Ecuador, cuando el Gobierno de Moreno, en tiempos de crisis económica, acaba de suscribir un contrato con un espectáculo sobre hielo que se exhibirá en algunas ciudades por el valor de USD 2.440.000 y la presentación de 450 obras, estando de por medio el MIES, dicen que, tratando de impulsar sus programas de ayuda social, empero, gastando millones de dólares en circos cuando el mismísimo Gobierno habla de pobreza fiscal, austeridad y lucha contra el despilfarro y la corrupción. ¡Que ejemplos del Señor Presidente y que paradojas que se dan en la “Mitad del Mundo”! (O)