Causaron conmoción durante estos días las palabras de la Alcaldesa de Guayaquil, quien ante la ola de delincuencia que azota al puerto principal, llamó a los policías a que disparen contra los delincuentes. Se trata de un llamado a repeler con el mayor rigor posible a quienes atentan contra la vida y la seguridad de los ciudadanos. Al mismo tiempo circularon en las redes sociales filmaciones de agentes del orden que en otros países ante intentos de secuestro o de robo, previenen a los delincuentes y luego disparan contra ellos. Finalmente, todos estos hechos se complementan con las declaraciones de altos mandos de la Policía señalado que carecen de leyes claras para repeler a la delincuencia.
La delincuencia ha crecido significativamente en nuestro país durante los últimos años. Los debates e hipótesis hablan de variadas causas, entre las cuales la educación y la crisis socio económica, tienen un papel importante. Hay quienes argumentan que, en buena parte, la violencia con la que actúan algunos delincuentes tiene su raíz en el discurso político saturado de odio y revanchismo que se puso de moda en los últimos años y sirvió como bandera de un movimiento político. En fin, existe un conjunto de causas que interactúan y explican el evidente ascenso de la violencia con la que funciona la delincuencia.
Si bien la exigencia de que la Policía dispare contra los delincuentes puede contribuir a aumentar los niveles de violencia, sin embargo, es un sentimiento bastante generalizado de mucha gente ante la creciente violencia de los delincuentes. Casos últimos de asesinatos a sangre fría, asaltos y robos aumentan esa sensación. El caso de un policía que ante los disparos de un delincuente repele el ataque con consecuencias fatales y luego es juzgado por esa acción, crea dudas leyes que deben modificarse. Todos tienen derechos, incluso los delincuentes. Pero el respaldo debe darse a la Policía y no a los delincuentes.