Caminar los senderos de la avenida Primero de Mayo, orillas del río Yanuncay, desde los “Tres Puentes” hasta el de Misicata, aguas arriba o inversamente, es una linda rutina que permite, a la vez, invertir tiempo y esfuerzo en salud, disfrutar de un paisaje de naturaleza viva y urbana en armonía, encontrar amigos, descubrir espacios de socialización dirigida como gimnasia, bailoterapia, meditación y otras actividades de mejoramiento y recreación.
El paisaje del río Yanuncay, a su paso por la ciudad antes de juntar aguas con el Tarqui, ofrece parajes de innata belleza; el barranco de Yanuncay, entre el puente del Reloj Floral y la Casa de Jesús Arriaga, más conocida como Casa del Arco; la vieja Central Hidroeléctrica de Yanuncay, casa, máquinas y entorno, esperando un plan de rescate y puesta en valor como Museo de la energía y electricidad; orillas de abundante vegetación nativa y exótica ideal para hacer, al paso, un inventario vegetal: maderables, ornamentales, frutales, arbustos y matorral; flores de la más variada diversidad, silvestre y de jardineras; la isla de Misicata, una pausa verde para ver y oír cantar al río y a sus huéspedes: gorriones, mirlos, horneros, colibríes, brujillos; y las lavanderas del río…
Recordar esa azul etapa de la adolescencia cuando entre amigos salíamos a granear por las orillas del Yanuncay y ese tambo de la amistad que era la quinta de los amigos Carvallo, hoy Quinta Lucrecia. Añoranzas de gente bondadosa: -vecina regale capulíes, -cojan nomás, pero no romperán las ramas-. Y así duraznos, manzanas y toda la exuberancia frutal de temporada y si era hora de comer, igual: vengan pasen, sean servidos. Que decir de los días de carnaval. Eran otros tiempos. Espacios de buena vecindad, de fraterna amistad y abierta familiaridad. (O)