Somos desagradecidos con quienes nos defendieron. Nadie se acuerda de los que murieron o fueron amputados, hace 25 años, por el adversario peruano. Ningún nombre, monumento o institución que recuerde esta fecha de gloria para las Fuerzas Armadas. Más interesa lo que hacen equis cantantes o actrices, el último delirio de la moda o lo que se puso la reina de tal o cual región distante en costumbres, tradiciones y familiaridad.
Vaya como preámbulo de un hecho épico que tal vez pocos conozcan. En 1995 visores de la FAE (Fuera Aérea Ecuatoriana) detectaron que, en la selva ecuatoriana, Perú, sin la menor decencia, habría trocha para un cuartel con helipuerto incluido. La decisión del ejército terminante y precisa: un grupo de soldados los expulsaría. Al mando de un oficial caminaron durante 3 días para llegar al sitio y observadores adelantados reportaron que, km. adelante, los peruanos trabajaban para situar centinelas que indicaran cualquier aproximamiento.
Continuaron avanzando hasta situarse en dos sitios altos y tenerlos en la mira. El encargado de desalojarlos sincronizó con los suyos la hora y, a las 18h00, los bombardearon con todo lo que habían llevado y regresaron a reportar a sus superiores lo acontecido.
Habían caminado 6 días (ida y vuelta), tuvieron que retornar, cansados como estaban, para sostener el punto atacado, esa era la orden… no quedaba vivo nadie de los invasores peruanos; de su líder, un comando del ejército, la muerte había sido instantánea; más allá, el segundo al mando, un sargento regular, igual. Calcularon que sólo allí el Perú perdió aproximadamente 70 hombres.
Este episodio ha pasado inadvertido y nadie recuerda esta inflexión de valor que todos los ecuatorianos deberíamos tenerlo presente sin dejar de lado la coexistencia pacífica. (O)