El centroderechista Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional (PN), fue investido como presidente de Uruguay este domingo, jornada vivida bajo la consigna del cambio político, la misma apelación que la coalición de izquierda Frente Amplio (FA) usó hace 15 años para subir al poder por primera vez en la historia.
El exsenador alcanza la jefatura del Estado 30 años después de que lo hiciera su padre, Luis Alberto Lacalle Herrera (1990-1995), a quien, pese a considerarse a sí mismo el ‘hijo rebelde’ y querer separarse del apellido familiar en la campaña electoral para ser solo «Luis», hizo este domingo varios guiños.
Además de elegir previamente el Ford V8 Cabriolet de 1937, de color verde, que perteneció a su bisabuelo e importante político de finales del siglo XIX, Luis Alberto de Herrera, como vehículo para desfilar por las calles de Montevideo, al finalizar su primer discurso como presidente miró hacia el palco donde se sentaba para sonreírle y guiñarle un ojo, gesto que Lacalle Herrera correspondió.
EL «CONTUNDENTE» MENSAJE DE CAMBIO
El cambio político, las mejoras en educación y economía y un mayor control para combatir la inseguridad fueron los ejes del discurso de Lacalle Pou en el Palacio Legislativo, donde hizo el denominado «Compromiso de honor» recogido en el artículo 158 de la Constitución de Uruguay para ser investido como presidente.
«Yo, Luis Lacalle Pou, me comprometo por mi honor a desempeñar lealmente el cargo que se me ha confiado y a guardar y defender la Constitución de la República», fueron las palabras pronunciadas por el nuevo mandatario uruguayo.
El político del PN no se desmarcó mucho de las líneas trazadas durante su campaña electoral y sus apariciones públicas tras proclamarse vencedor en los comicios de noviembre sobre el candidato del FA, Daniel Martínez.
«Esta vez la ciudadanía nos dio un mensaje claro y contundente. Dijo que es necesario un cambio, pero un cambio acompañado de acuerdos. Es hora, entonces, de cumplir con la voluntad popular. Se acabó el tiempo de los discursos», señaló Lacalle Pou, quien gobernará por el período 2020-2025 en un Ejecutivo de coalición, integrado por cuatro partidos más.
No obstante, aclaró que no pretendía «hacer tabla rasa» con la transmisión del mando presidencial porque «esta etapa» no puede ser «cambiar una mitad por la otra de la sociedad».
LOS GAUCHOS, LAS ACLAMACIONES Y ALGÚN ABUCHEO
El interior del país, con tan poca representación en la vida cotidiana de Montevideo y sus instituciones, fue un gran caladero de votos para Lacalle Pou en noviembre y quiso hacerse presente este domingo, con más de 3.000 jinetes llegados desde distintos puntos en una marcha denominada «La Voz del Campo» que arrancó el día 15.
Ataviados con la vestimenta gaucha, escoltaron a Lacalle Pou y a Argimón hasta la Plaza Independencia durante un desfile en el que se escucharon miles de aclamaciones, con gritos de «Presidente, presidente» y algún que otro abucheo.
EL ABRAZO DEL PASADO Y EL PRESENTE
En la Plaza Independencia, le esperaba Tabaré Vázquez para hacerle entrega de la banda presidencial, un momento simbólico en las ceremonias de asunción en Uruguay.
El hasta hoy mandatario, que lucía la banda presidencial, se agarró del brazo derecho de Lacalle Pou y caminaron juntos varios metros hasta el escenario, situado a los pies de la estatua del prócer José Artigas, donde le hizo el traspaso de mando.
Posteriormente, el ya expresidente de Uruguay abandonó en solitario la plaza, tras recibir honores militares, antes de que los once ministros y dos ministras del nuevo Ejecutivo -siete integrantes del PN, tres del Partido Colorado (PC, centroderecha), dos de Cabildo Abierto (CA, derecha) y uno del Partido Independiente (PI, centroizquierda)- tomasen posesión de sus cargos.
Solo el Partido de la Gente (PG, derecha), quinto integrante de la coalición que sostiene el Gobierno de Lacalle Pou, no tiene representación ministerial.
SALUDOS INTERNACIONALES
Una vez concluyó la ceremonia las 120 delegaciones internacionales presentes en los actos saludaron al nuevo mandatario y al canciller, Ernesto Talvi, en el interior del Palacio Artigas, antigua sede del Poder Ejecutivo.
El rey de España, Felipe VI; los mandatarios de Brasil, Jair Bolsonaro; de Chile, Sebastián Piñera; de Colombia, Iván Duque; de Paraguay, Mario Abdo Benítez; y de Bangladés, Abdul Hamid, fueron los seis jefes de Estado que acudieron a los actos protocolarios.
Otras autoridades que se hicieron presentes fueron la vicepresidenta de Costa Rica, Epsy Campbell; el de Ecuador, Otto Sonnenhoizner; los cancilleres de México, Marcelo Ebrard; la secretaria general iberoamericana, Rebeca Grynspan; y varios representantes de otros Gobiernos de todo el mundo.
La izquierda latinoamericana no estuvo representada, por expreso deseo de las autoridades del nuevo Gobierno. Ni Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, ni los de Nicaragua, Daniel Ortega, o Cuba, Miguel Díaz Canel, fueron invitados.
Tampoco estuvo, aunque por la apertura de sesiones ordinarias en el Congreso de su país, el nuevo mandatario argentino, Alberto Fernández, quien envió a su canciller, Felipe Solá. EFE