La Señorial Cuenca, fundada en 1557 sobre una base indígena de laboriosidad y distinción, la naturaleza le dotó de cualidades suigeneris, sus plateados e inspiradores ríos e hirsutas montañas, sus huertos y jardines, sus prados floridos de Paucarbamba, sus hornos de leña donde toma forma y color el amasijo con el trabajo de nobles manos que les brindan sabor a mestizos morlacos. De su gente aislada y abandonada por los caprichos del centralismo burocrático y la desatención de muchos de sus hijos que alcanzan altos cargos en donde el cacique es más trascendente que los intereses de nuestra Cuenca y Azuay. Este pueblo, en donde se impulsó la producción de la Cinchona antimalárica, o el tejido de la Carludovica palmata para conseguir el patrimonial sombrero de toquilla, donde su gente en base a mil sacrificios y denodado trabajo, consiguió labrar una urbe centro de conurbación y capital austral, Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, tierra de artistas, escultores como Gaspar Sangurima y Miguel Vélez, o santos como el Hno. Miguel o el beato Emilio Moscoso, atletas de la talla de Jefferson Pérez; Maestros como Luis Lupercio que edificó antes que lleguen los Arquitectos. Hombres y Mujeres que han diseñado y generado a ésta urbe con cualidades apreciadas globalmente en este siglo XXI.
Recuerdo a innúmeros brillantes y humanos Médicos que dieron lustre a esta nobilísima profesión y que fue el soporte de la mejora sustantiva de “Cuenca como Ciudad del buen vivir”, frase de origen aymara y citada por el distinguido Md. Dr. Gustavo Vega D. Cuenca tiene brillantes Galenos, cirujanos de primer orden, casas de salud que asignan un cognomento más como Ciudad de la Salud austral y del norte del Perú y que no requerimos viajar a buscarle a la Señora Salud, la podemos localizar en nuestra querida Cuenca. (O)