El tejido de la paja toquilla en la región, en principio, no era una actividad solo de las mujeres sino de toda la familia; se volvió más de las mujeres en la segunda mitad del siglo XX con la migración de los campesinos a las ciudades, con lo que los varones buscaron otros trabajos.
Esta es una de las conclusiones interesantes de un libro que, sobre el tejido tradicional de toquilla, preparan el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) y la Casa de la Cultura del Azuay, que se presentará el 18 de abril, por la celebración del Día del Patrimonio.
El INPC realizó la consultoría de investigación y la Casa de la Cultura financia la impresión del libro. Gabriela Torres, directora del INPC, explicó que la coordinación del proyecto de la investigación estuvo a cargo de Paola Moreno.
El 5 de diciembre del año 2012 la Organización de Naciones Unidas para Educación y Cultura (Unesco) declaró al tejido de toquilla Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, lo que implica una responsabilidad de la ciudad, para que se conozca y transmita el tejido a próximas generaciones.
En 2014 se hizo un estudio etnohistórico sobre el origen e incidencia social y económica del tejido de toquilla. Además del Azuay, en Cañar, Biblián, Azogues y Déleg son también una zona toquillera El estudio fue hecho por historiadores y antropólogos.(AVB)-(I)