En el Ecuador existe una sombra que oscurece el escenario económico- social, y que va a dar lugar a que este sea un año, de muy bajo crecimiento económico.
Nunca antes en la historia, el Ecuador ha vivido una etapa tan compleja como la actual sumido en una profunda desigualdad socio económica, con un canibalismo político que se repite alrededor de los grandes negocios.
Frente a unos pocos afortunados con grandes posibilidades, existen millones de personas al margen del progreso, que viven en condiciones muy por debajo del mínimo requerido por la dignidad humana.
La tempestad amenaza antes de estallar, los edificios crujen antes de hundirse, el humo anuncia anticipadamente el fuego, pero los perjuicios que nos vienen del ser humano llegan de súbito y se encubren con tanta mayor diligencia cuanto más cerca los tenemos.
La vida no es una cosa delicada: hemos emprendido una larga ruta: no dejaremos de tropezar, de dar con los otros, de caer, de fatigarnos. Aquí dejaremos un compañero, allí enterraremos a otro, más allá no sentiremos llenos de temor, pero a pesar de tantos contratiempos, debemos seguir tan dura carrera, preparemos nuestra alma contra cualquier accidente: que ella sepa que ha llegado a un lugar donde truena, donde relampaguea, donde las inquietudes y los duelos atormentadores tiene su estancia; donde habitan las pálidas cuitas y la triste vejez; con estas compañías tenemos que pasar la vida.
Es hora ya, de que demos inicio a la lucha contra las adversidades, ha llegado el momento de que abandonemos la televisión, salgamos de los salones elegantes y de las revistas del corazón, para volver a las bibliotecas a leer, a aprender y reflexionar, que buena falta nos está haciendo y así alejarnos del reino de la necesidad.
En estos tiempos tan difíciles no caigamos en la desesperación, que debilita nuestra vista y nos cierra los oídos.
El gobernante sabio, frente la adversidad une y no divide, ve en la pobreza de su pueblo la boca de la justicia y el libro de la vida.
Con algo de sensatez, valentía y verdadero patriotismo, todavía se puede evitar que el país ingrese a terapia intensiva, con pronóstico reservado. Si los responsables internos de la situación económica en la que nos encontramos inmersos fuesen médicos, ya se los habría demandado por mala práctica profesional. (O)