Dos artesanos transforman la plata en piezas únicas

La filigrana es de esos oficios heredados que burlan al tiempo a través de la innovación. Entrelazar hilos de plata para formar figuras con ellos, es un arte para el que pocos tienen paciencia.

Parte de esos artesanos pacientes son Jorge Estrella y Wilmer Cabrera, quienes trajeron su obra a Cuenca desde Chordeleg. La Galería de Oficios, GO, de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Núcleo del Azuay estará exponiéndola hasta el viernes 3 de abril.

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Basta con contemplar la variedad de piezas en plata para reconocer las manos de estos artistas. Las candongas, aretes insignes del cantón Chordeleg, se presentan con variantes de mullos de colores, piedras semipreciosas y tonalidades vivas o en tonos pasteles. “Como el cliente lo prefiera”, es la consigna.

Wilmer Cabrera tenía solo 12 años cuando su padre, José Cabrera, le enseñó a ser joyero. Hoy tiene 34 años, lo que significa que ha pasado más de la mitad de su vida en este oficio. Su padre falleció pero él continúa con el legado junto a su esposa Nancy Llivicura, quien invita a los compradores a “mirar sin compromiso” los productos finales de un proceso laborioso.

Si bien el artesano mantiene los diseños tradicionales, también ha incursionado en lo exclusivo, donde incorpora elementos como fósiles, diseños precolombinos, entre otros. Pulseras, anillos, aretes, collares, cofres, cadenas, coronas y los sofisticados tupos para sostener los ponchos, chalinas y demás.

Estos tupos son de las piezas más trabajadas y pueden alcanzar valores de, entre los 20 a 120 dólares. Sin embargo, los costos en objetos como cierta variedad de aretes y anillos son más accesibles, pero mantienen el mismo nivel de calidad. En estos productos se fusionan la filigrana, el esmaltado, los engastes de piedras y la moderna técnica de la chapa lisa, donde el diseño toma un aspecto minimalista.

Trabajo

El proceso es demorado”, dice Wilmer sin dudar, mientras culmina con la elaboración de una candonga en la que lleva trabajando hace un par de días. Las horas transcurren, explica, entre la fundición del material, el laminado, el estirado y “lo que más coge a mano”, los detalles: filos, rellenos, figuras, tejido -todo esto- en un trenzado y cosido que son el alma misma de la filigrana.

El artista indica que los anillos de compromiso, pueden incluso ser personalizados a través de un proceso en el que los aros viejos se funden y graban con un diseño a elección. En las vitrinas se exhiben por ejemplo, anillos con roca volcánica que no superan los 24 dólares.

Contra todo pronóstico, afirman Cabrera y Estrella, el arte de la filigrana aún cautiva a las nuevas generaciones. (IAJ)-(I)

Andrés Mazza

Periodista y fotógrafo. Escribe sobre cultura, educación, migración y astronomía.

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