Toque de queda nocturno para contrarrestar el Covid-19

El país vivió anoche un toque de queda nocturno de ocho horas decretado por el Gobierno, hasta nuevo aviso, con el objetivo de frenar una expansión del COVID-19 en el país, que registra 155 casos, cerca del doble respecto del lunes.

Desde las 21:00 hora local (02:00 GMT del miércoles) entró en vigor la medida en todo el territorio nacional y se extenderá hasta las 5:00 hora local (10:00 GMT), en el marco de las disposiciones decretadas por el estado de emergencia sanitaria.

Con la entrada en efecto de la medida, las calles del casco urbano de Quito y alrededores estaban esta noche desiertas y únicamente circulaban de manera esporádica algunos vehículos, en su mayoría de servicios y municipales tales como camiones de limpieza y recogida de basura, o distribución de gas.

Patrullas de la Policía metropolitana de Tránsito y Nacional eran asimismo visibles en varios puntos de la capital ecuatoriana.

En una vía de acceso efectivos policiales y militares establecieron un control donde desplegaron vallas, a la espera de una decisión gubernamental para interrumpir la entrada de vehículos a la urbe.

Algunas gasolineras permanecían abiertas, así como también establecimientos de comida, donde los trabajadores desempeñaban su labor de puertas para adentro, sin clientela y ataviados con guantes y mascarillas.

La ministra de Gobierno ecuatoriana, María Paula Romo, recordó hoy en una comparecencia que el personal médico y sanitario, así como todos aquellos operarios que contribuyen al ámbito de la salud, estarán autorizados a circular sin limitaciones.

También los que trabajan en actividades señaladas por el Gobierno y consideradas vitales para cubrir las necesidades de la población, como entidades bancarias, supermercados o farmacias, donde el límite de personas quedó reducido a la mitad del aforo normalmente autorizado.

El personal que tiene autorizada su movilización bajo toque de queda debe portar salvoconductos emitidos por las autoridades a fin de poder realizar su labor.

Es el caso de los repartidores de alimentos y productos a domicilio, que esta noche circulaban sin limitación por Quito en motocicletas o bicicletas portando las cajetillas de reparto con colores distintivos y en su mayoría de nacionalidad venezolana.

«De alguna manera el toque de queda nos beneficia porque las personas no pueden salir de casa y nosotros con el salvoconducto podemos y llevamos medicinas, alcohol, comida», expresó a Efe Saul Arévalo, un repartidor venezolano de 28 años que lleva seis viviendo en Ecuador.

Interpelado sobre si teme al virus reconoce: «Efectivamente tengo miedo, pero por encima de ese miedo está una familia que espera en casa por la comida, el dueño de casa que está esperando que le paguen el arriendo, etc».

Junto a otros compatriotas espera junto a una pizzería en la calle Naciones Unidas, una de las avenidas más amplias del norte de la ciudad y que lucía inusualmente desangelada, como escenario de una película apocalíptica.

La última vez que se decretó un toque de queda y el estado de excepción en Ecuador fue hace cinco meses, a raíz de violentos disturbios en el contexto de una protesta social contra la eliminación del subsidio a las gasolinas, medida que fue derogada por el Gobierno al objeto de pacificar el país. EFE

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