Lombardía, el infierno en la Italia del COVID-19

El coronavirus no da tregua en Italia, que se acerca ya a los 3.000 muertos por la epidemia y amenaza con superar a China en este triste récord, pero más allá de las cifras, las noticias e imágenes de Lombardía muestran una situación apocalíptica.

«Vienen ambulancias continuamente y cuando llegan a recoger a alguien, dicen a la familia que se despidan porque quizás no vuelvan a verlos. Mueren completamente solos», cuenta a Efe Sonia, una española que vive cerca de Bérgamo.

Desde la localidad de Bagnatica, de 4.000 habitantes y a 10 kilómetros de Bérgamo, esta profesora de español es testigo a diario del drama que se desarrolla en el norte de Italia, encerrada en su casa con sus dos hijos por el bloqueo de movimientos impuesto.

«La semana pasada murió mi vecina, una señora mayor pero que estaba bien. Yo estoy en cuarentena porque estuve hablando con ella unos días antes. También un matrimonio, el tío y la tía de una amiga murieron con un día de diferencia. La suegra de otra amiga está en el hospital, como mucha gente mayor, jubilados», dice y va desgranando caso tras caso.

Afirma que «es todo como una película…vienen a recogerlos cuando ya están gravísimos, porque antes de eso te dicen que hay que quedarse en casa. Y se los llevan y no dicen a qué hospital porque ni ellos lo saben. Mueren completamente solos».

Lombardía, con capital en Milán, concentra casi la mitad de los casos actualmente positivos de toda Italia, 12.000 de 28.000, según el último boletín de Protección Civil del miércoles.

Pero sobre todo registra dos tercios de todos los fallecimientos (1.959 de los 2.978 totales) y de los 475 muertos que ha habido en las últimas 24 horas en todo el país – el mayor número desde que comenzó esta crisis a finales de febrero – 319 correspondieron a Lombardía.

Bérgamo es la provincia más golpeada de la región. La pasada noche Sonia ha podido ver en los medios y redes, e impresionarse como mucha gente en Italia, la imagen de una larga columna de camiones militares transportando decenas de féretros de víctimas del coronavirus en la ciudad de Bérgamo.

Los ataúdes, hasta sesenta, colocados en una treintena de camiones del Ejército, pasaron por la ciudad en su recorrido desde el cementerio local hacia la autopista, con destino a una docena de municipios en Italia que han ofrecido sus servicios de incineración, ya que el cementerio local está desbordado.

Según el diario local L’Eco di Bergamo, en el camposanto de la ciudad la espera para las cremaciones es ya superior a una semana. Por ello se harán en otros municipios y después las cenizas serán devueltas al lugar de origen de los difuntos.

Hace unos días, el mismo medio local publicaba cerca de 10 páginas con esquelas, otra imagen del drama.

Los medios italianos están inundados de innumerables noticias sobre esta grave emergencia sanitaria, pero algunas impresionan, una vez más, por la fuerza que transmiten.

La prensa de Lombardía da cuenta hoy del fallecimiento del médico de Codogno Marcello Natali, a los 57 años, contagiado del coronavirus mientras atendía a sus pacientes.

Este pueblo de la provincia de Lodi fue el primer foco de la pandemia en Italia a mediados de febrero, y en torno a él se creó la primera «zona roja» del país, que confinó a 55.000 personas en once localidades.

Natali era el secretario provincial de médicos de familia, no tenía patologías previas y trabajó hasta el último momento en su ambulatorio, según cuentan sus colegas.

El 11 de marzo comenzó a tener fiebre, tos y dificultades respiratorias. Desde el 23 de febrero trabajaba frenético en su ambulatorio, visitaba a decenas de personas al día, incluso a domicilio, cuenta su colega la doctora Martina Scarabelli.

«Y cuando otros colegas se pusieron en cuarentena o enfermaron, el abrió las puertas también a sus pacientes, para no dejarles sin médico en esos días difíciles», agrega.

Hace pocos días el doctor lanzó un llamamiento advirtiendo del peligro, por los plazos demasiado largos para hacer las pruebas a los pacientes que están aislados en sus casas.

Y es que Lombardía está siguiendo la política de no hacer pruebas de detección a los enfermos leves que están en sus casas, todo lo contrario que la región de Véneto, que también fue uno de los focos iniciales pero donde la epidemia está mucho más contenida.

Mientras, el presidente de Lombardía, Attilio Fontana, imploraba ayer a la ciudadanía para que acate las normas de aislamiento.

«Amigos, lo digo educadamente, pero si no lo entendéis por las buenas habrá que ser más agresivos: no salgáis de casa. Cada salida de casa es un riesgo para vosotros y para los demás», y advertía de que dentro de poco el sistema sanitario regional ya no podrá dar una respuesta a quien enferme. EFE

REM

REDACCION EL MERCURIO

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