En las últimas horas el Gobierno recibió la renuncia de Catalina Andramuño al Ministerio de Salud Pública. ¿Cuál es la razón más inquietante que derivó en esta decisión? “Enfrentar una emergencia sanitaria sin recursos es complicado”, dice un fragmento de su misiva. Y aunque el ministro de finanzas Richard Martínez intentara replicar casi inmediatamente vía Twitter lo expuesto por Andramuño, se filtró una respuesta oficial con fecha del 21 de marzo, de Miguel Guevara, coordinador general administrativo financiero donde se cita textualmente: “Por este motivo dichas necesidades deberán atenderse con el presupuesto asignado previamente a la institución”. No hay liquidez para dos objetivos y por eso la pregunta es: ¿pagar la deuda externa o atender la emergencia sanitaria?
Antonio Valdez
En estos últimos días han sido múltiples las denuncias ciudadanas de médicos y enfermeras sin los insumos para protegerse mientras atienden la emergencia, entre ellas la denuncia pública que hizo el doctor Iván Cevallos Miranda sobre el tema. Además parece no existir la posibilidad de seguir la recomendación de la OMS de aplicar pruebas masivas, mientras tanto un importante grupo de países está respondido al Covid-19 con presupuestos ilimitados no solo para robustecer los sistemas de salud sino también para aliviar la carga económica de la población.
Cierto es que la situación económica del Ecuador ya era complicada antes de la aparición de virus, pero la pregunta ahora es ¿qué hará el Ejecutivo?, ¿atender la emergencia sanitaria y a su gente o pagar la deuda y quedar bien con los acreedores?
Según una entrevista concedida por el viceministro de finanzas Esteban Ferro a LatinFinance la semana pasada y la razón más preocupante de la renuncia de Andramuño, la respuesta sería muy clara: pagar a los mercados. “El mercado está innecesariamente nervioso por Ecuador” y “en las próximas semanas, tendremos muy buenas noticias para el mercado”, le dijo Ferro al medio de comunicación.
Las cuentas
Para fecha 13 de marzo el Gobierno tenía en caja disponible poco más de USD 800 millones y usted se preguntará por qué no se está usando ese dinero para la emergencia. La respuesta estaría en que desde el Ministerio de Finanzas corren con la urgencia de pagar para finales de marzo cerca de USD 900 millones de deuda externa, parte de los bonos 2020 (USD 325 millones) y la deuda multilateral y bilateral.
Un grupo de economistas como Alberto Acosta Burneo apoyan las medidas del Gobierno, argumentado que lo mejor es quedar bien con los mercados para poder pedir de nuevo plata en el futuro, y otro grupo menos ortodoxo como los del Observatorio de la Dolarización entiende que la prioridad de Martínez es pagar la deuda antes de atender la emergencia, especulando que si la paga queda bien con los mercados y asegura un futuro laboral en ese sector.
Esteban Ferro explicó a LatinFinance que “nuestra situación de liquidez es complicada, pero nuestra prioridad es pagar nuestras obligaciones y el Ministerio de Economía está tomando todas las medidas para lograrlo”. Agregó que el Gobierno está esperando que los desembolsos del FMI arriben muy pronto.
El problema del Banco Central
Los economistas más ortodoxos prescriben la receta a rajatabla de un BCE autónomo, pero justo en situaciones como estas pareciera ser lo menos indicado. Ante una crisis sin precedentes como la que ya se está evidenciando, Christine Lagard, presidenta del Banco Central Europeo, ha dicho “lo que sea necesario” para fortalecer el sector externo, y no solo países con moneda propia sino también los que no han ido por financiamiento de su banco central.
Sin embargo, el caso ecuatoriano es contradictorio: Lenín Moreno a través de una ley urgente de mayo de 2017 prohibió que el BCE pueda adquirir títulos emitidos por el Ministerio de Finanzas ni siquiera en emergencias como esta y a eso se le sumó en diciembre del mismo año la prohibición de emisión de dinero electrónico del BCE, lo que quizás hubiese aliviado al sector de trabajadores estacionados en casa aislados sin poder producir.
En pocas palabras, Ecuador no puede acudir a sus reservas internacionales para aliviar sus propias urgencias en una situación tan sui generis, y no se puede replicar la experiencia de la crisis de 2016 de la cual se pudieron ver opciones cuando el Banco Central le prestó USD 3.600 millones al Estado. Hoy se estima que entre los activos externos y todo el esquema monetario del país existiría un aproximado de USD 9.000 millones disponibles para mantener a flote al Ecuador y atender su crisis sanitaria.
¿Qué Hacer?
Las voces en Twitter están haciéndose escuchar y pidiendo respuestas antes del 24 de marzo, fecha tope para pagar los USD 325 millones a uno de los acreedores. Una de ella es la del otro Alberto Acosta, también economista, quien le envía mensaje a Moreno: “hoy mas que nunca, pagar es morir”.
Por otra parte, economistas como Andrés Arauz entiende que hay salida a la crisis con fórmulas más creativas y menos conservadoras. “La opción que hemos planteado es la de financiamiento interno (vía BCE), cerrar salida de divisas (se fugaron USD 55.000 millones en los últimos dos años) para priorizar la urgencia, recomprar la deuda de largo plazo, y posteriormente realizar ajustes a nivel tributario”; además piden lograr la emisión extraordinaria de derechos especiales de giro internacionalmente.
Ciertamente las medidas que se tomarán están atadas a la lógica de priorizar lo humano sobre el mercado o viceversa, y todo ello, claro está, a las puertas de una posible catástrofe humanitaria si la crisis no es manejada debidamente y en el contexto de quizás lo que muchos expertos entienden como la crisis económica más grande de la historia. A esto se le suma que el Ecuador quedó atrapado en medio de la carnicería del mercado financiero internacional con los precios del petróleo por el piso.