PARA VOLVER A LEER, el libro de Ramiro Diez, presentado hace unos días en el Museo de las Conceptas, en un ambiente cálido, cordial, amistoso, trae en sus páginas un cúmulo de retazos de la memoria colectiva, que en alguna medida nos llegan a todos. En este breve espacio no podemos revisar todas las 40 historias, que partiendo de un motivo real se lanzan hacia la fantasía, lo poético, y la ficción, rozando en más de una ocasión, las fronteras del cuento, pero me referiré al menos a ciertas evocaciones de hechos y personajes, que en su momento tocaron la sensibilidad colectiva e individual.
Por ejemplo, la conmovedora crónica de Maria Reiche, la solitaria científica que descubrió y luchó por mantener el tesoro arqueológico de las líneas de Nazca. La legendaria vida de Catalina de Erauzo, la monja alférez, que pese a su datación colonial, parece una victoriosa anécdota contemporánea, que conocimos hace muchísimos años en una vieja película con María Félix. La estremecedora visión de un Gandhi, al por todos admirado, y que, de pronto, nos aparece con un perfil humano muy dudoso: guerrerista, violento, racista, machista. Las desconcertantes de tres personajes contemporáneos, que nos muestran vívidamente la utopía de la justicia norteamericana: George Stinney, Caryl Chessman y Lee Harvey Oswald: tres hombres condenados a muerte y ejecutados por crímenes que no cometieron. Naturalmente, el mayor de todos, el magnicidio Kennedy. El tremendo y oscuramente poético relato del destino de una de las mujeres míticas de nuestra América: Frida Kahlo. La interrogante sin respuesta, pero llena de tenebrosas evidencias que involucran a lo más alto del poder: ¿Marilyn se suicidó o la suicidaron? Total, la vida y el destino hicieron justicia por su propia mano, y no quedó piedra sobre piedra de una de las grandes dinastías políticas del mundo. Y no falta la semblanza del fanatismo, que llevó a un grupo 38 personas, algunas de nada despreciable formación académica, a un doloroso suicidio colectivo, de carácter dudosamente religioso, liderado por Marshall Herf, jefe de la iglesia Las puertas del cielo.
En fin, libro para remover el olvido, dolorosamente, sí, pero, de tiempo en tiempo, para iluminarlo con rasgos de esperanza.