En estos momentos una de las grandes prioridades es la de destinar la mayor cantidad posible de recursos del Estado para el campo de la salud. Existen cuando menos dos líneas básicas en este sentido. La primera es la de destinar más recursos para incrementar el número de camas en los centros de salud para las potenciales víctimas de la pandemia. La otra, destinar todo lo posible para la adquisición de equipos que posibiliten detectar el coronavirus al mayor número de personas. La adquisicion de cien mil pruebas rápidas, es un buen paso.
La experiencia en los países que están enfrentando con éxito a la pandemia muestra sin lugar a dudas que la prevención es el mejor camino. Y, para ello, además de las medidas drásticas de aislamiento voluntario, es fundamental contar con el número necesario de pruebas de detección rápida. Esa experiencia muestra que cuando la pandemia crece, los sistemas de salud se ven totalmente desbordados, incluso en los países más desarrollados. En casos como el nuestro en donde la salud sufrió los estragos de la corrupción en la década del gobierno anterior, la situación es extremadamente crítica.
El gobierno dispuso a inicios de esta semana que las autoridades económicas utilicen los fondos de actividades no indispensables y los destinen para Salud. Entre ellos por ejemplo algunos de los recursos de la función electoral. Otros sectores han pedido que no se entreguen fondos a los partidos políticos para las próximas elecciones. Hay quienes hablan de no pagar la deuda externa. El gobierno deberá analizar esas y otras propuestas y optar por las que sean realistas, pues algunas no lo son. Lo que nadie discute es que hoy la prioridad en las finanzas públicas es destinar recursos en la mayor medida posible al campo de la salud, cosa que no ocurrió ni remotamente en los últimos gobiernos.