Amalia González lleva años combatiendo un cáncer de mama metastásico y le daría mucha “rabia” que todo este esfuerzo se fuera al lastre con la COVID-19, que tanto daño puede inferir en personas en pleno tratamiento, por lo que, desde su estricto confinamiento, reclama máxima responsabilidad a todos.
Es uno de los numerosos casos de personas con cáncer que viven con ansiedad la expansión del coronavirus, por una doble razón: No se pueden permitir contagiarse por ser un colectivo de riesgo y ven cómo sus visitas médicas, pruebas o tratamientos se han aplazado unos días.
Amalia, de 49 años, lucha desde 2018 contra un cáncer de mama metastásico -tras haber vencido uno anteriormente en 2009- y está encerrada en casa, en estricto confinamiento, desde su última visita con el oncólogo el pasado martes 10 de marzo.
Si bien le han aplazado las próximas visitas médicas que tenía en la agenda, se consuela pensando que no tiene que hacer sesiones presenciales de quimioterapia porque sigue un tratamiento hormonal y dispone de las pastillas necesarias para dos meses.
Desde su domicilio, en el que convive con su pareja y sus hijos, admite en una entrevista telefónica con Efe que le enoja ver a gente pasear por la calle sin aparente justificación y de forma tan “inconsciente y egoísta”: “Así, no vamos a parar al coronavirus”, alerta.
La COVID-19, que golpea con fuerza en toda España, es una amenaza mucho mayor para los enfermos de cáncer, que son personas que, en caso de contagio, deben afrontar una lucha contra un virus aún bastante desconocido con un sistema inmunológico más débil.
Amalia explica que está inmunodeprimida, una condición necesaria para recibir el tratamiento hormonal pero que, a la vez, le deja con menos defensas en su cuerpo para combatir cualquier infección.
Por si fuera poco, sufre una bronquiectasia derivada de las sesiones de radioterapia a las que fue sometida, lo que podría ser un blanco en el ataque de la COVID-19.
“Me daría mucha rabia que se me llevara un virus en lugar del cáncer”, remarca Amalia tras dos años al pie del cañón en su combate contra la enfermedad.
Pese a la severidad del cáncer que padece, admite que en estos momentos incluso le angustia más la COVID-19, y no es el único caso.
Miedo y angustia es lo que se encuentran los profesionales de Asociación Española Contra el Cáncer (AEEC) que atienden a diario llamadas de pacientes.
La psicooncóloga Teresa López-Fando, coordinadora de Programas y Servicios de la AECC-Catalunya contra el Cáncer de Barcelona, explica a Efe que son muchas las consultas de pacientes que están angustiados por el virus y por el aplazamiento de las visitas con sus oncólogos.
Si bien en términos generales “aplazar un tratamiento no es lo ideal”, la experta resalta que “cada caso es distinto”, por lo que se debe gestionar esta situación excepcional caso a caso.
Al final, remarca López-Fando, los doctores tienen que “poner en la balanza el riesgo y el beneficio” de hacer desplazar a un paciente a una visita o de realizar un tratamiento con la exposición a una COVID-19 muy propagada.
En este sentido, la Sociedad Española de Oncología Médica recomienda demorar al menos 2 o 3 semanas el inicio de tratamientos de quimioterapia potencialmente inmunosupresores, reevaluando al paciente por vía telemática una vez terminado este plazo.
También abogan por suspender temporalmente o minimizar dosis de tratamientos claramente inmunosupresores siempre que la situación del paciente lo permita.