Redes sociales nos enteran de todo. En calles de Guayaquil, ciudad hoy infierno y desolación donde reina el caos por el virus, miramos desesperados gente que se desploma, incineración de cadáveres como en el medievo en media vía al no poder cremarlos o enterrarlos por colapso de estos servicios sin opción de ayuda, mientras también hospitales y centros de salud intentan en lucha heroica y desesperada, crear camas y respiradores, inútiles al fin, dada la altísima cifra de mortalidad de pacientes intubados a los que no pueden destetar y terminan muriendo irremediablemente para ser enfundados y arrumados en pasillos decenas de cadáveres esperando una fosa común en apocalíptica imagen.
Dantesco. Aterrador. El término será cualquiera, pero tendremos que enterarnos además de otros pormenores. Periodistas en Italia el 2015, denunciaron ya y claramente al mundo que China se encontraba manipulando el corona y advirtieron exactamente lo que sucede hoy en caso de escape del monstruo. La dictadura socialista desatendió veraz advertencia y continuó. EEUU supo y prefirió dar espaldas ante enormes negocios con el gigante chino que, administrado por una más de tantas obtusas y autocráticas modalidades castrantes de toda libertad, continuó para llegar al desastre y colapso mundial y no contentos con ello, el médico que descubrió y denunció el flagelo viral meses atrás, fue castigado y silenciado, héroe de los primeros en morir infectado. Ni las guerras mundiales fueron tan mundiales como esta catástrofe que afecta al universo entero. No existe país, por más poderoso que fuere que no esté en cuarentena. Desde megaciudades pasando por pueblos remotos de escaza población sufren aislamiento necesario y terrorífico. El mundo está paralizado y no será el mismo luego de esta plaga. ¿Qué hacer ahora? El aislamiento no es solución sino solo temporal. ¿Cuánto podremos aguantar? La paralización económica terminará ahogándonos por más que la banca muestra señales de comprensión. Socialmente llegaremos a ser parias sin poder juntarnos ni con los seres más queridos como hijos y nietos por miedo. El abrazo cordial y saludo se trastoca en una asquerosa distancia de seguridad. Tendremos que olvidarnos del significado confort y status. Viajes el rededor del mundo, paquetes turísticos, grandes concentraciones en eventos públicos y privados, serán recuerdos. La única salvación. La vacuna que no está cercana. (O)