Han decurrido ya varios días de vivencias personales, familiares y sociales desde que los ecuatorianos y el mundo entero somos los autores directos o indirectos de una metamorfosis en nuestros sistemas y regímenes de vida, esta evolución o involución impuesta por la inimaginable presencia voluntaria o involuntaria de un oculto virus hoy ya nos deja grandes lecciones de vida y lo que es más nos está quitando el velo de grandes realidades y miserias creadas por el voraz apetito material y menos espiritual del ser humano. Debo decir que mientras los hombres existan en la faz de la tierra no habrá una sociedad perfecta, justa y definitiva, la humanidad por otra parte no cesará en su afán permanente de evolución, lo que producirá cambios, si a esto sumamos lo impracticable que resulta hacer realidad el bien común internacional, nos encontramos ante la presencia de elementos que como el hombre (síntesis de sabiduría y locura) , el cambio y la utopía del bien común internacional son y serán generadores permanentes de crisis.
Hoy muchísimos son los cuestionamientos y rasgaduras de vestiduras que interna y externamente se pronuncian a favor y en contra sobre la aplicación correcta de medidas de prevención que se debieron o no haber tomado, las realidades políticas, económicas, sociales y culturales de cada país son tan diversas como lo son sus idiomas, sin embargo hoy el denominador común para el mundo entero es enfrentar y neutralizar esta pandemia con el ejercicio consciente y responsable de cumplir a rajatabla una cuarentena de aislamiento, lamentablemente en los últimos años el concepto correcto sobre el “Manejo de Crisis” al menos en nuestro país ha sido malsanamente manipulado minimizado, descuidado y subestimado por intereses partidistas y por falsos líderes que pensaron que el progreso de una nación se debía fundamentar en ideologizar las políticas de salud, educación y seguridad, hoy penosamente el colapso de estas políticas nos está pasando las facturas y hoy es hora de que los ecuatorianos hagamos causa común para mitigar el dolor que nos infringen mencionadas facturas y hoy también al margen del poder sobrenatural y divino sólo el buen o mal manejo individual y colectivo de esta crisis nos llevará a combatir y a reducir el flagelo de este castigo humano o sobrenatural. (O)